
La sugerencia más válida, quizá, es que el propio usuario de la biblioteca escolar imagine y transcriba en trazos cómo ve la figura de Don Quijote. De todo ello, surgirá una iconografía próxima que puede ambientar el entorno de la biblioteca para la celebración de la lectura. De todas formas, siempre será posible trabajar con iconografías, que simplifiquen los contornos, aportadas por humoristas, pintores, etc.

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