domingo, junio 26, 2005

Por verse con fama, aunque infame


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Discípulos de Eróstrato.

La Biblioteca Escolar está vacía, pero Tirteafuera puede seguir manteniendo su relación con sus usuarios. Como siempre, planteará temas para reflexionar, preguntas que contestar; quizá, en la red encontremos escolares que sigan manteniendo la curiosidad suficiente para conectarse en Barataria.

Con la excusa de que estamos de vacaciones los mentores de la cultura eligen temas ligeros, intrascendentales, “frescos”, ¡y qué mejor que la verdulería que sirven en los programas de famoseo!:

Divorcios, bodas, nacimientos, amores y desamores, reencuentros, abandonos, despechos, discusiones, idilios, satisfacciones y sensaciones, todo es posible dentro de la prensa del corazón, todo se convierte en mercancía: un cúmulo de satisfacciones y decepciones ajenas que sirven de entretenimiento a millones de personas. La ley de la oferta y la demanda, el oportunismo, la falta de escrúpulos rigen las relaciones personales en el mercadillo de las miserias humanas

De la condición humana y de sus miserias mucho sabía M. de Cervantes; de vez en cuando, en el texto de El Quijote, tamizado por su optimismo humanista, aflora alguna reflexión sobre ello. Sería un logro si alguno de nuestros escolares hicieran zapping sobre la novela de El Quijote; podrían encontrar perlas como esta:

"[...] debían los historiadores tener misericordia de mí y tratarme bien en sus escritos. Pero digan lo que quisieren; que desnudo nací, desnudo me hallo: ni pierdo ni gano; aunque, por verme puesto en libros y andar por ese mundo de mano en mano, no se me da un higo que digan de mí todo lo que quisieren.

­Eso me parece, Sancho ­dijo don Quijote­, a lo que sucedió a un famoso poeta destos tiempos, el cual, habiendo hecho una maliciosa sátira contra todas las damas cortesanas, no puso ni nombró en ella a una dama que se podía dudar si lo era o no; la cual, viendo que no estaba en la lista de las demás, se quejó al poeta, diciéndole que qué había visto en ella para no ponerla en el número de las otras, y que alargase la sátira, y la pusiese en el ensanche; si no, que mirase para lo que había nacido. Hízolo así el poeta, y púsola cual no digan dueñas, y ella quedó satisfecha, por verse con fama, aunque infame. También viene con esto lo que cuentan de aquel pastor que puso fuego y abrasó el templo famoso de Diana, contado por una de las siete maravillas del mundo, sólo porque quedase vivo su nombre en los siglos venideros; y, aunque se mandó que nadie le nombrase, ni hiciese por palabra o por escrito mención de su nombre, porque no consiguiese el fin de su deseo, todavía se supo que se llamaba Eróstrato."

II, 8

Entre los seguidores de Eróstrato podemos encontrar a todos aquellos tertulianos que se erigen en defensores de la moral instituida y reprochan públicamente lo que practican en privado: les preocupa la búsqueda de toda la verdad, dicen, mientras pactan el caché, las preguntas y las respuestas, negocian cínicamente cuanto vale la exclusiva de una acusación, o despellejan a la víctima en público porque los ciudadanos, proclaman solemnemente, tienen todo el derecho a conocer la verdad y ellos a ejercitar la libertar de prensa.

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martes, junio 21, 2005

Cada día, Sancho <…>, te vas haciendo menos simple y más discreto


/que las tierras que de suyo son estériles y secas, estercolándolas y cultivándolas, vienen a dar buenos frutos.

El curso va acercándose a su fin; en la Biblioteca Escolar, usuarios fugitivos entre examen y examen de recuperación, y algún profesor.

Las palabras de M. de Cervantes nos acompañan: fijadas en la escritura por el oráculo en 1615, van cumpliéndose a medida que hojeamos distraídamente el texto. El libro se abre en la página actual 21/06/05:

"[...] - Así es verdad - replicó don Quijote- , porque no fuera acertado que los atavíos de la comedia fueran finos, sino fingidos y aparentes, como lo es la mesma comedia, con la cual quiero, Sancho, que estés bien, teniéndola en tu gracia, y por el mismo consiguiente a los que las representan y a los que las componen, porque todos son instrumentos de hacer un gran bien a la república, poniéndonos un espejo a cada paso delante, donde se veen al vivo las acciones de la vida humana, y ninguna comparación hay que más al vivo nos represente lo que somos y lo que habemos de ser como la comedia y los comediantes. Si no, dime: ¿no has visto tú representar alguna comedia adonde se introducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros, damas y otros diversos personajes? Uno hace el rufián, otro el embustero, éste el mercader, aquél el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple; y, acabada la comedia y desnudándose de los vestidos della, quedan todos los recitantes iguales.

- Sí he visto - respondió Sancho.

- Pues lo mesmo - dijo don Quijote- acontece en la comedia y trato deste mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y, finalmente, todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero, en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura.

- ¡Brava comparación! - dijo Sancho- , aunque no tan nueva que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que, mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y, en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.

- Cada día, Sancho - dijo don Quijote- , te vas haciendo menos simple y más discreto.

- Sí, que algo se me ha de pegar de la discreción de vuestra merced - respondió Sancho- ; que las tierras que de suyo son estériles y secas, estercolándolas y cultivándolas, vienen a dar buenos frutos: quiero decir que la conversación de vuestra merced ha sido el estiércol que sobre la estéril tierra de mi seco ingenio ha caído; la cultivación, el tiempo que ha que le sirvo y comunico; y con esto espero de dar frutos de mí que sean de bendición, tales, que no desdigan ni deslicen de los senderos de la buena crianza que vuesa merced ha hecho en el agostado entendimiento mío."

II, 12

Hemos interrumpido la lectura de El Quijote; los duendes, las fantasías se han esfumado. Momentáneamente. Volveremos a abrir el libro de los libros y nos poblarán follones malandrines, damas, trasgos, princesas, duelos, quejas y quebrantos y, en medio de todo, el relámpago de la inteligencia que todo lo ordena.

Ha terminado el curso, ha terminado la representación de la comedia: toda la parafernalia de escenografía ( las clases, la mesa del profesor enfrentada a la de los alumnos, la de los alumnos más pequeñas, ordenadas en filas, en columna), del vestuario ( la bata blanca del profesor, la uniformización de la vitalidad de los escolares por medio de las marcas ), de los personajes (habla el profesor, los alumnos callan), … se ha esfumado. El curso nos ha despojado de nuestros personajes. Tan sólo somos personas. Seguramente, a través de la representación, hemos podido aprender unos de otros; posiblemente, hemos aprendido a ponernos en el lado de los otros y nos hemos dado cuenta que, cuando les evaluábamos a ellos, nos estábamos evaluando a nosotros, estábamos revisando nuestros valores, ajustando nuestros compromisos.

Por todo ello, cada día nos vamos haciendo menos simples, más discretos: el viaje interior este año ha sido más intenso ya que M. de Cervantes nos ha ofrecido un espejo en cuya superficie nosotros ya estábamos, y nos ha reflejado una inquietud humana en la que nosotros ya somos.

El próximo curso habrá una nueva función y, también esta vez, será diferente: tendremos que leer El Quijote para reconocernos.


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miércoles, junio 15, 2005

Quítenseme delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a las armas


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Preeminencia de las armas contra las letras, o no.

Va terminando el curso y algunos de los usuarios que han pasado por la Biblioteca Escolar ya están pensando el año que viene qué. Han tenido un proceso de orientación que les ha permitido hacerse una idea más apropiada sobre la relación entre sus intereses y facultades y las opciones disponibles. No nos los imaginamos como don Quijote defendiendo apasionadamente una opción entre alternativas contrapuestas muy del gusto del ejercitamiento en la retórica según prácticas vigentes en el XVI, pero sí una defensa de sí mismos a través de las decisiones que cada uno ha ido tomando.

Este preámbulo nos introduce en un texto muy elaborado de El Quijote, el Discurso de las Armas y las Letras. La lectura de este discurso produce un placer no menor que el que obtuvieron los comensales cuando escucharon la perorata de don Quijote a la hora de la cena. De todas formas, también podemos aprovecharlo para disfrutat de otras formas, construir textos argumentativos, por ejemplo.

En alguna ocasión hemos planteado la conveniencia de dramatizar el texto para disfrutar de las intenciones del avieso autor. En esta, propondremos desdoblar el discurso de don Quijote como una forma de desarticular el artefacto retórico. Los escolares elegirán un tema: las armas o las letras; a partir del texto, aprovechando el trabajo previo de M. de Cervantes, elegirán los argumentos para defender una postura o la otra; incluso, en sus razonamientos intentarán, como lo hace el autor, insertar las réplicas a las refutaciones que previsiblemente van a ser utilizadas por los compañeros de la postura contraria.

Si incorporamos algunos recurso dramáticos: personajes, don Quijote y el cura (no hacemos nada nuevo; ya lo ha hecho M. de Cervantes: “El cura le dijo que tenía mucha razón en todo cuanto había dicho en favor de las armas, y que él, aunque letrado y graduado, estaba de su mesmo parecer”), un mínimo de vestuario y planificación del espacio, posiblemente, todo funcionará un poco mejor.

Hemos subrayado el texto con la intención de facilitar el trabajo de desarbolar un pasaje muy bien engarzado. Nos provoca envidia pensar en cuánto disfrutaría el autor mientras lo escribía, muy por encima de estas tertulias entre colegas cuando se trata de dilucidar qué es mejor las ciencias o las letras. Dejemos, pues, a M. de Cervantes que se sirva de la práctica docente sobre la oratoria en su tiempo para construir un texto imperecedero:


"[...] Quítenseme delante los que dijeren que las letras hacen ventaja a las armas, que les diré, y sean quien se fueren, que no saben lo que dicen. Porque la razón que los tales suelen decir, y a lo que ellos más se atienen, es que los trabajos del espíritu exceden a los del cuerpo, y que las armas sólo con el cuerpo se ejercitan, como si fuese su ejercicio oficio de ganapanes, para el cual no es menester más de buenas fuerzas; o como si en esto que llamamos armas los que las profesamos no se encerrasen los actos de la fortaleza, los cuales piden para ejecutallos mucho entendimiento; o como si no trabajase el ánimo del guerrero que tiene a su cargo un ejército, o la defensa de una ciudad sitiada, así con el espíritu como con el cuerpo. Si no, véase si se alcanza con las fuerzas corporales a saber y conjeturar el intento del enemigo, los disignios, las estratagemas, las dificultades, el prevenir los daños que se temen; que todas estas cosas son acciones del entendimiento, en quien no tiene parte alguna el cuerpo. Siendo pues ansí, que las armas requieren espíritu, como las letras, veamos ahora cuál de los dos espíritus, el del letrado o el del guerrero, trabaja más.

Y esto se vendrá a conocer por el fin y paradero a que cada uno se encamina, porque aquella intención se ha de estimar en más que tiene por objeto más noble fin. Es el fin y paradero de las letras..., y no hablo ahora de las divinas, que tienen por blanco llevar y encaminar las almas al cielo, que a un fin tan sin fin como éste ninguno otro se le puede igualar; hablo de las letras humanas, que es su fin poner en su punto la justicia distributiva y dar a cada uno lo que es suyo, entender y hacer que las buenas leyes se guarden. Fin, por cierto, generoso y alto y digno de grande alabanza, pero no de tanta como merece aquel a que las armas atienden, las cuales tienen por objeto y fin la paz"

I, 37

"[...] ­Digo, pues, que los trabajos del estudiante son éstos: principalmente pobreza (no porque todos sean pobres, sino por poner este caso en todo el estremo que pueda ser); y, en haber dicho que padece pobreza, me parece que no había que decir más de su mala ventura, porque quien es pobre no tiene cosa buena. Esta pobreza la padece por sus partes, ya en hambre, ya en frío, ya en desnudez, ya en todo junto; pero, con todo eso, no es tanta que no coma, aunque sea un poco más tarde de lo que se usa, aunque sea de las sobras de los ricos; que es la mayor miseria del estudiante éste que entre ellos llaman andar a la sopa; y no les falta algún ajeno brasero o chimenea, que, si no callenta, a lo menos entibie su frío, y, en fin, la noche duermen debajo de cubierta. No quiero llegar a otras menudencias, conviene a saber, de la falta de camisas y no sobra de zapatos, la raridad y poco pelo del vestido, ni aquel ahitarse con tanto gusto, cuando la buena suerte les depara algún banquete. Por este camino que he pintado, <…> como llevados en vuelo de la favorable fortuna, digo que los hemos visto mandar y gobernar el mundo desde una silla, trocada su hambre en hartura, su frío en refrigerio, su desnudez en galas, y su dormir en una estera en reposar en holandas y damascos: premio justamente merecido de su virtud. Pero, contrapuestos y comparados sus trabajos con los del mílite guerrero, se quedan muy atrás en todo, como ahora diré."

I, 37

"[...] Prosiguiendo don Quijote, dijo:

­Pues comenzamos en el estudiante por la pobreza y sus partes, veamos si es más rico el soldado. Y veremos que no hay ninguno más pobre en la misma pobreza, porque está atenido a la miseria de su paga, que viene o tarde o nunca, o a lo que garbeare por sus manos, con notable peligro de su vida y de su conciencia. Y a veces suele ser su desnudez tanta, que un coleto acuchillado le sirve de gala y de camisa, y en la mitad del invierno se suele reparar de las inclemencias del cielo, estando en la campaña rasa, con sólo el aliento de su boca, que, como sale de lugar vacío, tengo por averiguado que debe de salir frío, contra toda naturaleza. Pues esperad que espere que llegue la noche, para restaurarse de todas estas incomodidades, en la cama que le aguarda, la cual, si no es por su culpa, jamás pecará de estrecha; que bien puede medir en la tierra los pies que quisiere, y revolverse en ella a su sabor, sin temor que se le encojan las sábanas. Lléguese, pues, a todo esto, el día y la hora de recebir el grado de su ejercicio; lléguese un día de batalla, que allí le pondrán la borla en la cabeza, hecha de hilas, para curarle algún balazo, que quizá le habrá pasado las sienes, o le dejará estropeado de brazo o pierna. Y, cuando esto no suceda, sino que el cielo piadoso le guarde y conserve sano y vivo, podrá ser que se quede en la mesma pobreza que antes estaba, y que sea menester que suceda uno y otro rencuentro, una y otra batalla, y que de todas salga vencedor, para medrar en algo; pero estos milagros vense raras veces.

Pero, decidme, señores, si habéis mirado en ello: ¿cuán menos son los premiados por la guerra que los que han perecido en ella? Sin duda, habéis de responder que no tienen comparación, ni se pueden reducir a cuenta los muertos, y que se podrán contar los premiados vivos con tres letras de guarismo. Todo esto es al revés en los letrados; porque, de faldas, que no quiero decir de mangas, todos tienen en qué entretenerse. Así que, aunque es mayor el trabajo del soldado, es mucho menor el premio. Pero a esto se puede responder que es más fácil premiar a dos mil letrados que a treinta mil soldados, porque a aquéllos se premian con darles oficios, que por fuerza se han de dar a los de su profesión, y a éstos no se pueden premiar sino con la mesma hacienda del señor a quien sirven; y esta imposibilidad fortifica más la razón que tengo.

Pero dejemos esto aparte, que es laberinto de muy dificultosa salida, sino volvamos a la preeminencia de las armas contra las letras, materia que hasta ahora está por averiguar, según son las razones que cada una de su parte alega.

Y, entre las que he dicho, dicen las letras que sin ellas no se podrían sustentar las armas, porque la guerra también tiene sus leyes y está sujeta a ellas, y que las leyes caen debajo de lo que son letras y letrados. A esto responden las armas que las leyes no se podrán sustentar sin ellas, porque con las armas se defienden las repúblicas, se conservan los reinos, se guardan las ciudades, se aseguran los caminos, se despejan los mares de cosarios; y, finalmente, si por ellas no fuese, las repúblicas, los reinos, las monarquías, las ciudades, los caminos de mar y tierra estarían sujetos al rigor y a la confusión que trae consigo la guerra el tiempo que dura y tiene licencia de usar de sus previlegios y de sus fuerzas.

Y es razón averiguada que aquello que más cuesta se estima y debe de estimar en más. Alcanzar alguno a ser eminente en letras le cuesta tiempo, vigilias, hambre, desnudez, váguidos de cabeza, indigestiones de estómago, y otras cosas a éstas adherentes, que, en parte, ya las tengo referidas; mas llegar uno por sus términos a ser buen soldado le cuesta todo lo que a el estudiante, en tanto mayor grado que no tiene comparación, porque a cada paso está a pique de perder la vida. Y ¿qué temor de necesidad y pobreza puede llegar ni fatigar al estudiante, que llegue al que tiene un soldado, que, hallándose cercado en alguna fuerza, y estando de posta, o guarda, en algún revellín o caballero, siente que los enemigos están minando hacia la parte donde él está, y no puede apartarse de allí por ningún caso, ni huir el peligro que de tan cerca le amenaza? Sólo lo que puede hacer es dar noticia a su capitán de lo que pasa, para que lo remedie con alguna contramina, y él estarse quedo, temiendo y esperando cuándo improvisamente ha de subir a las nubes sin alas y bajar al profundo sin su voluntad. Y si éste parece pequeño peligro, veamos si le iguala o hace ventajas el de embestirse dos galeras por las proas en mitad del mar espacioso, las cuales enclavijadas y trabadas, no le queda al soldado más espacio del que concede dos pies de tabla del espolón; y, con todo esto, viendo que tiene delante de sí tantos ministros de la muerte que le amenazan cuantos cañones de artillería se asestan de la parte contraria, que no distan de su cuerpo una lanza, y viendo que al primer descuido de los pies iría a visitar los profundos senos de Neptuno; y, con todo esto, con intrépido corazón, llevado de la honra que le incita, se pone a ser blanco de tanta arcabucería, y procura pasar por tan estrecho paso al bajel contrario. Y lo que más es de admirar: que apenas uno ha caído donde no se podrá levantar hasta la fin del mundo, cuando otro ocupa su mesmo lugar; y si éste también cae en el mar, que como a enemigo le aguarda, otro y otro le sucede, sin dar tiempo al tiempo de sus muertes: valentía y atrevimiento el mayor que se puede hallar en todos los trances de la guerra.

Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artillería, a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención, con la cual dio causa que un infame y cobarde brazo quite la vida a un valeroso caballero, y que, sin saber cómo o por dónde, en la mitad del coraje y brío que enciende y anima a los valientes pechos, llega una desmandada bala, disparada de quien quizá huyó y se espantó del resplandor que hizo el fuego al disparar de la maldita máquina, y corta y acaba en un instante los pensamientos y vida de quien la merecía gozar luengos siglos."

I, 38


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lunes, junio 13, 2005

Para ser caballero


/De todas estas grandes y mínimas partes se compone un buen caballero andante


Poco a poco va acabándose el curso, de una forma cansina, como un río caudaloso que ha perdido todo el brío y que perezosamente busca la desembocadura. Muchos de nuestros usuarios ya han terminado ciclo y están pensando en sus próximos estudios; otros están esperando abrir un profundo paréntesis antes de continuar su preparación.

Para nosotros, en la Biblioteca Escolar es tiempo propicio para repasar el proyecto, y recuperar así la perspectiva adecuada, a veces atenuada por el trabajo diario. Somos conscientes de que la Biblioteca Escolar es un recurso, imprescindible ya, para alcanzar los objetivos de nuestro proyecto educativo y, por ello, por estas fechas, retomamos el texto del proyecto. Su lectura nos recuerda que nuestro trabajo consiste en consolidar un recurso de tal forma que


· nuestros alumnos puedan:

  • Aprender a ser personas capaces de actuar responsablemente con autonomía y buen juicio, con curiosidad y gusto por aprender, desarrollando capacidades personales como la memoria, el sentido crítico, la autoestima, la responsabilidad, la imaginación, la creatividad, la capacidad de comunicación interpersonal,...
  • Aprender a conocer el mundo que nos rodea (autoaprendizaje, idiomas, búsqueda de información).
  • Aprender a hacer. Además de aprender los conocimientos correspondientes a su nivel académico, debe adquirir competencias que le permitan afrontar las diversas situaciones que se vayan presentando ( resolución de problemas)
  • Aprender a convivir con los demás. Aprender a colaborar con otros (respeto, solidaridad, cooperación), sin que ello suponga una anulación de la propia individualidad.
  • La Biblioteca Escolar sea un recurso
  • que posibilita el autoaprendizaje, el tratamiento a la diversidad y el aprendizaje no presencial.
  • potencia la utilización de instrumentos de aprendizaje (técnicas de trabajo intelectual, medios audiovisuales...) que estarán integrados en los curriculum de cada área y que cuentan con un espacio de referencia.
  • Favorece el papel instrumental de las TICs que hay que conocer para acceder a nuevos saberes.
  • Pide una organización más flexible del tiempo escolar para el uso de estos recursos limitados, el acceso a la Mediateca, establecer espacios de autoaprendizaje individual y grupal.
  • Fomenta el uso de diversas lenguas y lenguajes en los que se presenta la información.


En este final de curso recordamos aspectos nucleares del proyecto como, por ejemplo, la definición del perfil ideal del alumno:

Es capaz de un aprendizaje autónomo y significativo

Usa las TICs para trabajar, para procesar la información y comunicarse

Aprovecha las nuevas fuentes de información y recursos y emplea estrategias para el tratamiento de la información

Trabaja de manera individual y colaborativa

Es crítico y reflexivo y practica la metacognición y evaluación permanente

Es creativo y está abierto al cambio

Utiliza diversas técnicas de aprendizaje: repetitivas (memorizar, copiar...), elaborativas (relacionar, subrayar, resumir, mapas conceptuales...), exploratorias (explorar, experimentar, verificar hipótesis...) y metacognitivas.

… Y todo ello, mientras leemos el proyecto, nos va derivando a la parte en El Quijote en la que M. de Cervantes define la formación y las destrezas del Caballero:

"[...] - La de la caballería andante - respondió don Quijote - , que es tan buena como la de la poesía, y aun dos deditos más.

- No sé qué ciencia sea ésa - replicó don Lorenzo - , y hasta ahora no ha llegado a mi noticia.

- Es una ciencia - replicó don Quijote - que encierra en sí todas o las más ciencias del mundo, a causa que el que la profesa ha de ser jurisperito, y saber las leyes de la justicia distributiva y comutativa, para dar a cada uno lo que es suyo y lo que le conviene; ha de ser teólogo, para saber dar razón de la cristiana ley que profesa, clara y distintamente, adondequiera que le fuere pedido; ha de ser médico, y principalmente herbolario, para conocer en mitad de los despoblados y desiertos las yerbas que tienen virtud de sanar las heridas, que no ha de andar el caballero andante a cada triquete buscando quien se las cure; ha de ser astrólogo, para conocer por las estrellas cuántas horas son pasadas de la noche y en qué parte y en qué clima del mundo se halla; ha de saber las matemáticas, porque a cada paso se le ofrecerá tener necesidad dellas; y dejando aparte que ha de estar adornado de todas las virtudes teologales y cardinales, decendiendo a otras menudencias, digo que ha de saber nadar como dicen que nadaba el peje Nicolás o Nicolao, ha de saber herrar un caballo y aderezar la silla y el freno, y, volviendo a lo de arriba, ha de guardar la fe a Dios y a su dama; ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos y, finalmente, mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida el defenderla. De todas estas grandes y mínimas partes se compone un buen caballero andante. Porque vea vuesa merced, señor don Lorenzo, si es ciencia mocosa lo que aprende el caballero que la estudia y la profesa, y si se puede igualar a las más estiradas que en los ginasios y escuelas se enseñan."

II, 18

Salvando las distancias, M. de Cervantes nos supera en la definición del perfil ideal: si nuestra formulación enfatiza la dimensión tecnocrática del individuo, M. de Cervantes se preocupa más por “lo de arriba”:

"[...]ha de guardar la fe a Dios y a su dama; ha de ser casto en los pensamientos, honesto en las palabras, liberal en las obras, valiente en los hechos, sufrido en los trabajos, caritativo con los menesterosos y, finalmente, mantenedor de la verdad, aunque le cueste la vida el defenderla."

Se nos está olvidando, entre todas las palabras que utilizamos en la definición del perfil ideal de nuestros escolares y entre todas las declaraciones perifrásticas que conforman nuestros proyectos, la esencialidad de palabras como fe, honestidad, compromiso, liberalidad, valentía, austeridad, entereza. Si estas palabras no están en la declaración de principios y de intenciones ¿las desarrollaremos en el trabajo del día a día?

De nuevo, la lectura de El Quijote nos puede ayudar a recuperar la definición del individuo y de su dimensión ética.




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miércoles, junio 08, 2005

Porque de la caballería andante <…> todas las cosas iguala.


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Y, asiéndole por el brazo, le forzó a que junto dél se sentase.

Fue recogido de los cabreros con buen ánimo; y, habiendo Sancho, lo mejor que pudo, acomodado a Rocinante y a su jumento, se fue tras el olor que despedían de sí ciertos tasajos de cabra que hirviendo al fuego en un caldero estaban; y, aunque él quisiera en aquel mesmo punto ver si estaban en sazón de trasladarlos del caldero al estómago, lo dejó de hacer, porque los cabreros los quitaron del fuego, y, tendiendo por el suelo unas pieles de ovejas, aderezaron con mucha priesa su rústica mesa y convidaron a los dos, con muestras de muy buena voluntad, con lo que tenían. Sentáronse a la redonda de las pieles seis dellos, que eran los que en la majada había, habiendo primero con groseras ceremonias rogado a don Quijote que se sentase sobre un dornajo que vuelto del revés le pusieron. Sentóse don Quijote, y quedábase Sancho en pie para servirle la copa, que era hecha de cuerno. Viéndole en pie su amo, le dijo:

- Porque veas, Sancho, el bien que en sí encierra la andante caballería, y cuán a pique están los que en cualquiera ministerio della se ejercitan de venir brevemente a ser honrados y estimados del mundo, quiero que aquí a mi lado y en compañía desta buena gente te sientes, y que seas una mesma cosa conmigo, que soy tu amo y natural señor; que comas en mi plato y bebas por donde yo bebiere; porque de la caballería andante se puede decir lo mesmo que del amor se dice: que todas las cosas iguala.

I, 11


M. de Cervantes introduce a lo largo de El Quijote un discurso políticamente correcto, de buen rollito; en definitiva, sigue un modelo para mejor parodiarlo. A pesar de la distancia en el tiempo y en los planteamientos estéticos, vemos a M. de Cervantes adelantado con respecto a las propuestas épicas que nos llegan desde el cine.

Recientemente se ha estrenado la película de El Reino de los Cielos; sin ningún esfuerzo podríamos construir paralelismos entre el texto y el guión de la película: el personaje Mariscal de Campo Tiberias lo asociamos al propio M. de Cervantes; entre don Quijote y Balian de Ibelin: "¿Qué hombre que se precie de serlo no quiere mejorar el mundo?"; entre los lectores de El Quijote y todos los hombres que pueden empuñar armas en la defensa de Jerusalén, entre la lectura y la defensa de Jerusalén: "¡Alzaos como caballeros!"; entre el viejo hidalgo y Godofredo de Ibelin: "No eres lo que dicta tu cuna, sino lo que dicta tu corazón."; entre los lectores y espectadores: "¿Sabes que te aguarda en Jerusalén? Un mundo nuevo, jamás se ha podido ver nada igual: allí no eres como naciste, sino como dicta tu interior."; entre don Quijote y el Rey Balduino: "La Jerusalén de tu hermano no estaba aquí, sino en su corazón y en su mente". En este sentido, quizás todos lectores estemos detrás de la definición de cuál es el verdadero Quijote ya que cada lectura es muchas veces la búsqueda de la definición de nuestros ideales.


Este discurso políticamente correcto es ajeno a toda revisión histórica; sin embargo, en ello también coincide con M. de Cervantes ya que la caballería como institución había dejado de estar vigente hacía ya dos siglos. En nuestra opinión, M. de Cervantes compartiría muchas de estas afirmaciones: en medio de la ambigüedad de la parodia del ideal caballeresco, nuestro autor enfatiza valores que en esta nuestra edad de hierro ya no se practican.


M. de Cervantes, para sus contemporáneos, El Quijote, para sus lectores, muestran más allá del fragor de las batallas, una vivencia que nos permita levantarnos como caballeros después de leer el texto. Como en la película, cuando Godofredo entrega su espada a su hijo, también le hace entrega de este sagrado juramento: proteger a los indefensos, salvaguardar la paz y trabajar por la armonía entre las diferentes religiones y culturas, de manera que el reino de los cielos pueda surgir en la tierra.


Sería un gran logro, si con los faustos del IV Centenario consiguiéramos entregar a los lectores de El Quijote el compromiso moral de defender a los débiles.


Posiblemente es esto lo que pretendía nuestro autor M. de Cervantes, pero tenía pocas más opciones que plantear un ideal caballeresco a través de un viejo transido de lecturas arcaizantes a la hora de compaginar su forma de pensar y lo políticamente correcto en la ideología dominante de los Austrias. Poco más que sobrevivir en la parodia, en la ironía.


Por otro lado, en nuestra opinión al guionista William Monahan le diferencian de M. de Cervantes muchas características: por ejemplo, un esquematismo en la lucha del bien y del mal, incluso después de considerar la búsqueda de un equilibrio simétrico de buenos y malos en los bandos cristianos y musulmanes. De todas ellas, sin embargo, le diferecia la visión irónica. El desengaño de Tiberias que se retira a la isla de Creta no es comparable con la doble lectura de los ideales caballerescos propiciada por medio de dos herramientas muy eficaces: los personajes Quijote y Sancho. Veamos la réplica del buen rollito a través del personaje Sancho Panza:

- ¡Gran merced! - dijo Sancho - ; pero sé decir a vuestra merced que, como yo tuviese bien de comer, tan bien y mejor me lo comería en pie y a mis solas como sentado a par de un emperador. Y aun, si va a decir verdad, mucho mejor me sabe lo que como en mi rincón, sin melindres ni respetos, aunque sea pan y cebolla, que los gallipavos de otras mesas donde me sea forzoso mascar despacio, beber poco, limpiarme a menudo, no estornudar ni toser si me viene gana, ni hacer otras cosas que la soledad y la libertad traen consigo. Ansí que, señor mío, estas honras que vuestra merced quiere darme por ser ministro y adherente de la caballería andante, como lo soy siendo escudero de vuestra merced, conviértalas en otras cosas que me sean de más cómodo y provecho; que éstas, aunque las doy por bien recebidas, las renuncio para desde aquí al fin del mundo.

- Con todo eso, te has de sentar; porque a quien se humilla, Dios le ensalza.

Y, asiéndole por el brazo, le forzó a que junto dél se sentase.

I, 11

A pesar de todo, Tiberias sigue bullendo en la memoria y es uno de los personajes que acompañan a Alonso Quijano en su lecho de muerte.


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lunes, junio 06, 2005

Rearme moral


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Andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes.

M. de Cervantes, en la ambigüedad calculada de la ironía y al amparo de la parodia de las novelas de caballería, va destilando en el texto la síntesis de su propia experiencia: “en estos tan calamitosos tiempos”, o “y agora, en estos nuestros detestables siglos” quizás podamos encontrar la lucidez de aquel que ejerció la virtud y no fue recompensado. El personaje don Quijote sería una herramienta eficaz para trasmitir al lector la conciencia del abismo entre la realidad y la apariencia: frente a los detentadores de sentido en el discurso oficial, la crítica se ampara en la locura para poder ser libre. Don Quijote es, por tanto, el instrumento transmisor de los valores de un modelo de sociedad ajustado a la ética humanística; es en nuestra opinión la forma que tiene M. de Cervantes de superar la contradicción que ha sufrido a lo largo de su vida entre el valor y el precio, entre la virtud y el éxito.


La actualización de la necesidad de un rearme moral hoy lo podemos encontrar en aquellas personas que comparten su tiempo y sus conocimientos en socorrer a los débiles: huérfanos, doncellas, viudas, menesterosos, en palabras de M. de Cervantes:


[..] Salí de mi patria, empeñé mi hacienda, dejé mi regalo y entregueme en los brazos de la fortuna, que me llevasen donde más fuese servida. Quise resucitar la ya muerta andante caballería, y ha muchos días que tropezando aquí, cayendo allí, despeñándome acá y levantándome acullá, he cumplido gran parte de mi deseo, socorriendo viudas , amparando doncellas y favoreciendo casadas, huérfanos y pupilos, propio y natural oficio de caballeros andantes;"

II, 16


[..] Y, así, me voy por estas soledades y despoblados buscando las aventuras, con ánimo deliberado de ofrecer mi brazo y mi persona a la más peligrosa que la suerte me deparare, en ayuda de los flacos y menesterosos .

Por estas razones que dijo acabaron de enterarse los caminantes que era don Quijote falto de juicio y del género de locura."

I, 13


Tal vez la locura en que se ampara M. de Cervantes nos sirva de excusa para distanciarnos del compromiso de solidaridad para con los débiles. Los miembros de las ONGs son quijotes ( y aquí, en la ambigüedad, quizá, predomine el sentido peyorativo de la palabra).


De todas formas ¿las ONGs son hoy la nueva orden de caballería? Muchos lo han querido ver así. En muchas ocasiones a la persona que dedica su tiempo de vacaciones a desarrollar un proyecto en Sudamérica o en África le empuja el deseo de aventura, pero sobre todo el sentirse útil sirviendo a los demás; en muchas ocasiones, el joven que pasa largas temporadas en una comunidad desasistida quizá busque acumular experiencia, pero también está respondiendo a una necesidad propia. No tanto sus palabras, y mucho más sus obras, están transmitiéndonos la perentoria necesidad de un rearme moral. Son quijotes, en acepción positiva del término.


Para aceptar el testimonio de los cooperantes, tenemos que tener conciencia de que los valores que guían nuestros actos van degenerando: no son los que se dicen, no son los que estaban vigentes. M. de Cervantes nos lo recuerda con frecuencia a lo largo del texto:


[..] toda la vida y milagros de nuestro famoso español don Quijote de la Mancha, luz y espejo de la caballería manchega, y el primero que en nuestra edad y en estos tan calamitosos tiempos se puso al trabajo y ejercicio de las andantes armas, y al de desfacer agravios, socorrer viudas, amparar doncellas, <...>

doncella hubo en los pasados tiempos que, al cabo de ochenta años, que en todos ellos no durmió un día debajo de tejado, y se fue tan entera a la sepultura como la madre que la había parido."

I, 9


[..] Y agora, en estos nuestros detestables siglos, no está segura ninguna, aunque la oculte y cierre otro nuevo laberinto como el de Creta; porque allí, por los resquicios o por el aire, con el celo de la maldita solicitud, se les entra la amorosa pestilencia y les hace dar con todo su recogimiento al traste.<...>


Para cuya seguridad, andando más los tiempos y creciendo más la malicia, se instituyó la orden de los caballeros andantes, para defender las doncellas, amparar las viudas y socorrer a los huérfanos y a los menesterosos. Desta orden soy yo, hermanos cabreros,"

I; 11


Como podemos observar en la cita siguiente distingue a los caballeros-cooperantes según el grado de implicación y la pureza del compromiso:


[..] Yo, señor barbero, <...>: sólo me fatigo por dar a entender al mundo en el error en que está en no renovar en sí el felicísimo tiempo donde campeaba la orden de la andante caballería. Pero no es merecedora la depravada edad nuestra de gozar tanto bien como el que gozaron las edades donde los andantes caballeros tomaron a su cargo y echaron sobre sus espaldas la defensa de los reinos, el amparo de las doncellas, el socorro de los huérfanos y pupilos, el castigo de los soberbios y el premio de los humildes. Los más de los caballeros que agora se usan, antes les crujen los damascos, los brocados y otras ricas telas de que se visten, que la malla con que se arman; ya no hay caballero que duerma en los campos, sujeto al rigor del cielo, armado de todas armas desde los pies a la cabeza; y ya no hay quien, sin sacar los pies de los estribos, arrimado a su lanza, sólo procure descabezar, como dicen, el sueño, como lo hacían los caballeros andantes. Ya no hay ninguno que saliendo deste bosque entre en aquella montaña, y de allí pise una estéril y desierta playa del mar, las más veces proceloso y alterado, y hallando en ella y en su orilla un pequeño batel sin remos, vela, mástil ni jarcia alguna, con intrépido corazón se arroje en él, entregándose a las implacables olas del mar profundo, que ya le suben al cielo y ya le bajan al abismo,"

II, 1

Esta ambigüedad calculada ampara también al autor:


[..] y persuadiese a este caballero que no tenga más tiempo encogida y detenida la fuerza de su valeroso brazo y la bondad de su ánimo valentísimo, porque defrauda con su tardanza el derecho de los tuertos, el amparo de los huérfanos, la honra de las doncellas, el favor de las viudas y el arrimo de las casadas, y otras cosas deste jaez, que tocan, atañen, dependen y son anejas a la orden de la caballería andante."

II, 7



La actualidad de El Quijote tiene múltiples ámbitos; sin embargo, su actualización empieza en la lectura; es la condición indispensable para vivir el texto. En la misma proposición de M. de Cervantes quien ha leído el texto puede encontrar el camino del compromiso y también la desviación que nos libera de ser quijotes. La elección, de nuevo, está en El Quijote:


[..] La senda de la virtud es muy estrecha, y el camino del vicio, ancho y espacioso; y sé que sus fines y paraderos son diferentes, porque el del vicio, dilatado y espacioso, acaba en muerte, y el de la virtud, angosto y trabajoso, acaba en vida."

II, 42


Ante la propuesta de M. de Cervantes a través del texto y el testimonio de los cooperantes, siempre podremos tropezar con la piedra de quienes, con aire de superioridad, despectivamente sentencien: ¡Panojos!
Y entre orejeras siguen detrás de la zanahoria la vía expedita de la sociedad de consumo que nos presenta objetos como sucedáneos de valores.

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jueves, junio 02, 2005

La lección de Alonso Quijano


Y lo básico era, es y será enseñar a leer bien.

Estamos en fechas de celebración de la Feria del Libro. Como es habitual este año también ha habido conferencia inaugural. Hemos tenido la suerte que el conferenciante fuera Víctor García de la Concha, y el tema, La lección de Alonso Quijano.

Solo por referencias conocemos parte del contenido de la conferencia. A pesar de la intermediación del periodista no podemos sino destacar algunas ideas que son la base de nuestro trabajo cotidiano.

Hay que recuperar lo que es básico en la formación de los escolares, la lectura como la suma de destrezas que permiten un desarrollo autónomo tanto en aprendizajes como en experiencias vicarias. Es muy importante transmitir a nuestros escolares la experiencia de lectura placentera; para ello, es imprescindible exponer a nuestros lectores ante textos que requieren esfuerzo el leerlos, sí, pero que compensan de una forma gratificante este esfuerzo: quien ha subido a un monte alto, escarpado, tiene constancia del esfuerzo, pero también de la quietud del paisaje que se divisa desde la cumbre; sabe del cansancio, pero también del orgullo de superar una meta. Es necesario por tanto, una iniciación, una elección gradual de los temas y de las dificultades.


La lectura comprensiva de los textos puede empezar a ejercitarse en textos de ficción; sin embargo, no ha de agotarse sólo en ellos. La lectura comprensiva ha desarrollar gradualmente estrategias específicas de los textos informativos. En nuestra opinión, el desarrollo de habilidades lectoras no es competencia exclusiva de los profesores de Lengua y Literatura; ha de ser, por el contrario, objetivo compartido por todos los profesores de curso, de nivel, de centro.


Así mismo, Víctor García de la Concha acierta al enfatizar el hecho de que para conseguir estos objetivos es imprescindible que, no solo haya biblioteca en cada uno de los centros, sino que ha de ser el centro de significación de la actividad formativa. Y sobre esto hay mucho que decir. En función de la dimensión de cada centro, la adecuación del espacio ha de cumplir unos requisitos mínimos: fondo bibliográfico actualizado y adecuado a los usuarios, digitalización de materiales curriculares, diseño diversificado del espacio dentro de la biblioteca según la función a soportar, herramientas de acceso a varios soportes de información, conexión rápida a internet. Todo ello con ser mucho es insuficiente. Faltan las personas y con ellas las ideas que den significatividad a tanto objeto, documento, fichero, ordenador, cámara, periféricos, … La alfabetización digital de los profesores – posible gracias al reconocimiento de tiempos específicos para ello en sus correspondientes dameros-, la capacitación pedagógica necesaria para, mediante la intermediación de máquinas, facilitar nuevas formas de enseñar a aprender juntamente con la dinamización de la biblioteca por parte del bibliotecario escolar y de técnicos bibliotecarios y de documentalistas se nos antojan necesarios para poder cumplir los objetivos.


La realidad, no obstante, es desveladora incluso en proyectos piloto o en disposiciones legales que promueven –pretenden al menos- la presencia de la biblioteca en los centros escolares. Quizá los molinos se conviertan en gigantes cuando las solemnes declaraciones de principios, las buenas disposiciones legales vengan acompañadas de partidas presupuestarias acordes a los objetivos que se pretenden conseguir. De esta forma, Aldonza Lorenzo dejará de ser “un aula cualquiera, con frecuencia una de las peores del edificio, con escaso espacio y paupérrima dotación de libros y mucha incomodidad para posible lectores” y pueda convertirse Dulcinea del Toboso. Hoy por hoy, la biblioteca escolar es un remedo del desengaño de don Quijote:

[...] hallé otra de la que buscaba: halléla encantada y convertida de princesa en labradora, de hermosa en fea, de ángel en diablo, de olorosa en pestífera, de bien hablada en rústica, de reposada en brincadora, de luz en tinieblas, y, finalmente, de Dulcinea del Toboso en una villana de Sayago.”
(II, 32)


Quizá, así, la lectura sea un diálogo con el autor que preludia un diálogo consigo mismo. Quizá, así, leer sea “un acto de oposición a los signos dominantes de nuestro tiempo” ya que “no podemos dar un paso sin que nuestros sentidos sean asaltados por sonidos e imágenes no solicitados”.


No podemos, y no queremos, terminar sin hacer un pequeño homenaje a Víctor García de la Concha a través de sus palabras que las hemos hecho nuestras:


"[..] Me pidieron que hablara de jóvenes y lectura y pensé que la mejor manera era con la lección de Alonso Quijano, aquel pobre hidalgo de vida limitada que no dudó en vender muchas fanegas de tierra de sembradura, su modesto patrimonio material, para comprar libros que alimentaran su hambre y su sed de horizontes de noble idealidad. Y, en cuantos los compraba, olvidado de sí mismo, se entregaba a ellos sin reserva alguna, buscando conversación con los protagonistas de aventuras de un mundo distinto”






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