domingo, abril 24, 2005

Libro, bien cultural y/o mercancía



"... y, como yo soy aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación, tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía." I, 9


Dentro de las buenas costumbres para celebrar el Día Internacional del Libro está la compra de libros, particularmente este año, la compra tiene que ver con El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (lleva varias semanas en los rankings de libros más vendidos, un fenómeno que puede explicarse gracias a la edición popular). Quizá, mejor costumbre sea la lectura. ¡Qué mejor forma de celebrar este día!

Lo decimos porque en nuestra sociedad el acceso a la posesión del libro puede ser un ritual de fin de semana en el quiosco de la esquina, o una compra impulsiva en una gran superficie. Nos falta el hábito de lectura; nos sobra, a veces, el coleccionismo. Nos falta tiempo para seleccionar el ejemplar, para dejarnos aconsejar del librero, para ser informados por alguien que nos conoce y conoce nuestros gustos; quizá, nos sobre el afán por llenar la cesta de la compra. Insistimos en poseer el soporte y no tanto la sabiduría que contiene.

M. de Cervantes, en ese juego de voces que es el capítulo 9 de la Primera Parte, nos habla de la afición a la lectura, de la natural inclinación a leer. Desde la Biblioteca Escolar y, por supuesto, desde las Bibliotecas Institucionales, el protagonismo a lo largo de Día Internacional del Libro, y durante todo el curso, debería ser mayor. Agradecemos que la calle esté tomada por los libreros; agradeceríamos más que la calle esté tomada por los bibliotecarios. Es una idea que poco a poco va prosperando: grata sorpresa, por ejemplo, la presencia en la calle del servicio de documentación del museo de arte contemporáneo en nuestra ciudad.

Paulatinamente van corporizándose otras iniciativas. Una más, la federación de asociaciones de padres y madres, Denon Eskola: también ponen su mesa en la calle, piden que los niños y los adolescentes lleven libros suyos que ya han leído y los cambien por otros. Por cada libro, un vale. De los libros expuestos pueden elegir tantos como vales tengan. Persiguen la gratuidad de los libros. Mientras, promocionan el intercambio para facilitar un cambio de mentalidad: de la propiedad particular a la comunitaria, del consumismo a la racionalización.

Muy lejos estamos de conseguir el acceso gratuito a un bien cultural cuando instituciones muy consolidadas en nuestra sociedad como las bibliotecas tienen la espada de Damocles del canon por préstamo sobre su misma justificación de ser.

Entre tanto, M. de Cervantes nos habla de un mercadillo en el que se pretende poner en circulación cartapacios viejos, nos habla de la lectura como inclinación y constata que leer tiene una compensación inmediata

"[...] Estando yo un día en el Alcaná de Toledo, llegó un muchacho a vender unos cartapacios y papeles viejos a un sedero; y, como yo soy aficionado a leer, aunque sean los papeles rotos de las calles, llevado desta mi natural inclinación, tomé un cartapacio de los que el muchacho vendía, y vile con caracteres que conocí ser arábigos. Y, puesto que, aunque los conocía, no los sabía leer, anduve mirando si parecía por allí algún morisco aljamiado que los leyese; y no fue muy dificultoso hallar intérprete semejante, pues, aunque le buscara de otra mejor y más antigua lengua, le hallara. En fin, la suerte me deparó uno, que, diciéndole mi deseo y poniéndole el libro en las manos, le abrió por medio, y, leyendo un poco en él, se comenzó a reír."

I, 9


Posted by Hello

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