martes, agosto 30, 2005

Perecía de risa la duquesa


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Tutoría: Reflexión sobre la crueldad de la burla


Creemos que, si M. de Cervantes detiene el viaje en el palacio de los duques, lo hace tan solo como artefacto narrativo; el conjunto de capítulos que tienen la unidad de espacio en el palacio de los duques constituye un núcleo temático que el autor exprime para divertimento suyo y de los lectores. Además del juego de la confusión ficción y realidad, es un alarde de urdir historias, de maquinación para la burla.

Tirteafuera no está de acuerdo: ¿El palacio de los duques es el escenario de la risa o el ejercicio de crueldad? Como siempre M. de Cervantes se nos escapa entre los refracciones de los espejos: ¿Quién es M. de Cervantes en el texto? ¿el autor? ¿el narrador? ¿Cide Hamete? ¿don Quijote? ¿Sancho Panza?

Desde la perspectiva del narrador, Tirteafuera nos advierte, el texto es una maquinación de la burla. Los agravantes se acumulan en la narración: premeditación, alevosía, ensañamiento, abuso de autoridad, …

[...] Perecía de risa la duquesa en oyendo hablar a Sancho, y en su opinión le tenía por más gracioso y por más loco que a su amo, y muchos hubo en aquel tiempo que fueron deste mismo parecer."

II, 32

[...] Las razones de Sancho renovaron en la duquesa la risa y el contento; y enviándole a reposar, ella fue a dar cuenta al duque de lo que con él había pasado, y entre los dos dieron traza y orden de hacer una burla a don Quijote que fuese famosa y viniese bien con el estilo caballeresco, en el cual le hicieron muchas tan propias y discretas, que son las mejores aventuras que en esta grande historia se contienen."

II, 33

[...] Fueron luego a dar cuenta a la duquesa de lo que pasaba y del laúd que pedía don Quijote, y ella, alegre sobremodo, concertó con el duque y con sus doncellas de hacerle una burla que fuese más risueña que dañosa, y con mucho contento esperaban la noche,"

II, 46

[...] No quedaron arrepentidos los duques de la burla hecha a Panza del gobierno que le dieron, y más que aquel mismo día vino su mayordomo y les contó punto por punto todas casi las palabras y acciones que Sancho había dicho y hecho en aquellos días,"

II, 56

Tirteafuera, en otras reflexiones, ya ha hablado sobre la risa y la conveniencia de reírse, pero nunca a costa de un compañero. A Tirteafuera sobre todo le preocupa que entre los escolares se consoliden modelos de relación malsana: entre iguales reforzar el estatus de liderazgo o soportar la necesidad de autoafirmación en la negación del otro son situaciones que entristecen a Tristeafuera. Y suceden con frecuencia.

Por eso, entenderéis que Tirteafuera ponga tal empeño cuando habla de la relación tóxica que el narrador ha escenificado en el palacio de los duques. El ambiente de ese microcosmos se parece tanto al hábitat de personajillos que pululan en las peleas escolares que es muy útil el texto de El Quijote para revisar conductas y actitudes asumidas inconscientemente. Leed, si no, el fragmento escrito a continuación y hacedlo en clave de que los que se pelean son dos compañeros de clase:

[...] Y, diciendo y haciendo, arrebató de un pan que junto a sí tenía, y dio con él al cabrero en todo el rostro, con tanta furia, que le remachó las narices; mas el cabrero, que no sabía de burlas, viendo con cuántas veras le maltrataban, sin tener respeto a la alhombra, ni a los manteles, ni a todos aquellos que comiendo estaban, saltó sobre don Quijote, y, asiéndole del cuello con entrambas manos, no dudara de ahogalle, si Sancho Panza no llegara en aquel punto, y le asiera por las espaldas y diera con él encima de la mesa, quebrando platos, rompiendo tazas y derramando y esparciendo cuanto en ella estaba. Don Quijote, que se vio libre, acudió a subirse sobre el cabrero; el cual, lleno de sangre el rostro, molido a coces de Sancho, andaba buscando a gatas algún cuchillo de la mesa para hacer alguna sanguinolenta venganza, pero estorbábanselo el canónigo y el cura; mas el barbero hizo de suerte que el cabrero cogió debajo de sí a don Quijote, sobre el cual llovió tanto número de mojicones, que del rostro del pobre caballero llovía tanta sangre como del suyo.

Reventaban de risa el canónigo y el cura, saltaban los cuadrilleros de gozo, zuzaban los unos y los otros, como hacen a los perros cuando en pendencia están trabados; sólo Sancho Panza se desesperaba, porque no se podía desasir de un criado del canónigo, que le estorbaba que a su amo no ayudase.

En resolución, estando todos en regocijo y fiesta, sino los dos aporreantes que se carpían, oyeron el son de una trompeta, tan triste que les hizo volver los rostros hacia donde les pareció que sonaba;"

I, 52

Por otro lado, este artefacto narrativo de la burla tiene piezas diferentes. Como muestras, nos propone Tirteafuera, observemos la selección de los topónimos y de los nombres de los personajes; aquí tenéis tan solo una muestra de lo que podéis observar a lo largo de todo el texto de El Quijote:

[...] Reventaban de risa con estas cosas los duques, como aquellos que habían tomado el pulso a la tal aventura, y alababan entre sí la agudeza y disimulación de la Trifaldi, la cual, volviéndose a sentar, dijo:

- Del famoso reino de Candaya, que cae entre la gran Trapobana y el mar del Sur, dos leguas más allá del cabo Comorín, fue señora la reina doña Maguncia, viuda del rey Archipiela, su señor y marido, de cuyo matrimonio tuvieron y procrearon a la infanta Antonomasia, heredera del reino, la cual dicha infanta Antonomasia se crió y creció debajo de mi tutela y doctrina, por ser yo la más antigua y la más principal dueña de su madre. Sucedió, pues, que yendo días <…>"

II, 38

Esta preocupación por los vínculos de los nombres –el nombre es, muchas veces, la antítesis de lo nombrado- se manifiesta, puntualiza Tirteafuera, en la selección de vocabulario. Podrás más tarde, II, 32, observar la función cómica de palabras como /jumentales/ y /asininas/.

Sin embargo, M. de Cervantes se manifiesta a través del cronista que no solo cuenta los hechos, sino que hace reflexiones sobre lo que ve, una refracción más en los espejos de El Quijote:

[...] Y dice más Cide Hamete: que tiene para sí ser tan locos los burladores como los burlados y que no estaban los duques dos dedos de parecer tontos, pues tanto ahínco ponían en burlarsede dos tontos."

II, 70

En la ceremonia del aguamanil, por poner otro punto de vista, M. de Cervantes defiende, a través de la conducta de Sancho Panza o del diálogo de don Quijote, la dignidad de los personajes:

[...] -Sí quiero -respondió Sancho con mucha cólera-, pero querría que fuese con toallas más limpias, <…> Yo estoy limpio de barbas y no tengo necesidad de semejantes refrigerios; y el que se llegare a lavarme ni a tocarme a un pelo de la cabeza, digo, de mi barba, hablando con el debido acatamiento, le daré tal puñada, que le deje el puño engastado en los cascos, que estas tales cirimonias y jabonaduras más parecen burlas que gasajos de huéspedes.

Perecida de risa estaba la duquesa viendo la cólera y oyendo las razones de Sancho, pero no dio mucho gusto a don Quijote verle tan mal adeliñado

-¡Hola, señores caballeros!, vuesas mercedes dejen al mancebo y vuélvanse por donde vinieron, <…>. Tomen mi consejo y déjenle, porque ni él ni yo sabemos de achaque de burlas."

II, 32

Mucho más interesantes suelen considerar las situaciones en las que M. de Cervantes en una situación de diálogo contrapone la autoridad social y la dignidad personal. A lo largo del texto de El Quijote, el valor personal, la dignidad, la inteligencia son utilizados por el autor para trastocar el orden establecido. Pero este es un tema de reflexión para otro momento.

[…] (en diálogo de la duquesa) sosiéguese el señor Panza, y quédese a mi cargo el regalo del rucio, que por ser alhaja de Sancho le pondré yo sobre las niñas de mis ojos.

-En la caballeriza basta que esté -respondió Sancho-, que sobre las niñas de los ojos de vuestra grandeza ni él ni yo somos dignos de estar sólo un momento, y así lo consintiría yo como darme de puñaladas; que aunque dice mi señor que en las cortesías antes se ha de perder por carta de más que de menos, en las jumentiles y asininas se ha de ir con el compás en la mano y con medido término.

-Llévele -dijo la duquesa- Sancho al gobierno, y allá le podrá regalar como quisiere, y aun jubilarle del trabajo.

-No piense vuesa merced, señora duquesa, que ha dicho mucho -dijo Sancho-, que yo he visto ir más de dos asnos a los gobiernos, y que llevase yo el mío no sería cosa nueva."

II, 32

Bien sabe Tirteafuera que este tema, la maquinación para la burla, es en ocasiones un tema tabú: mejor no meneallo. Sin embargo, la lectura y, por tanto, la actualización de El Quijote supone, e impone a veces, una revisión. Desde la Biblioteca Escolar la celebración del Quijote puede ayudarnos a superar modelos insanos de relación personal entre los escolares y entre los profesores, por supuesto.

Tirteafuera quiere expresar aquí sus deseos de que las relaciones personales, y entre ellas la risa, no estén soportadas en denigrar al otro. Es una fracaso de todos la situación reflejada en el texto:

[...] En resolución, estando todos en regocijo y fiesta, sino los dos aporreantes que se carpían."

I, 52


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lunes, agosto 29, 2005

¿Para insultar? El Quijote


/Troglodita, antracita, tecnócrata, beduino interplanetario, filoxera, hidrocarburo, ...

... calabacín diplomado, ectoplasma, filacteria, bulldozer a reacción, filibusteros, piratas, coleóptero, naufragadores, papú, patagón, zulú o zapoteca, ... de todos es bien conocida la ira del capitán Haddock, y de la habilidad de Hergè para ensartar insultos. Sin embargo, coincidimos con Tirteafuera cuando sostiene que M. de Cervantes mucho antes demostró sobradamente pronto creativo para sorprendernos con situaciones cómicas en las que el insulto es uno de los engranajes del artificio narrativo. Tirteafuera repara que en estas épocas, preocupados en el contexto escolar por el acoso entre iguales, el insulto en el texto de El Quijote cumple función bien diferente que la degradación. Por supuesto, se trata de hacernos reir, de provocar una situación cómica; sin embargo, no a costa del personaje.

El insulto, como los refranes, los vulgarismos de Sancho, son recursos cómicos, de un humor blanco que provoca una sonrisa en el lector. Sonrisa maliciosa, puntualiza Tirteafuera. Sonrisa que, a veces, se desboca en una carcajada tumultuosa.

Si se nos diera dada la licencia- como a Tirteafuera- en muchas de las ocasiones, que expondremos a continuación, observaríamos la ruptura de la representación en las que los actores dejan de ser el personaje y se desdoblan en el escenario en la persona: destruyen, o refuerzan, según, la situación cómica al celebrar las ocurrencias del guión, reservadas al público rompiendo así la convención dramática.

Tirteafuera, al leer estos fragmentos, revienta en carcajadas porque, en ocasiones, presta a don Quijote, a Sancho, a la dueña Rodríguez, a Altisidora, el estatus de persona que representa una comedia y en la puesta en escena advierte simultáneamente la intención del autor y el efecto de su mediación en el público.

Tirteafuera nos invita a observar la retahíla de insultos que M. de Cervantes manipula para corrimiento de Sancho. No tenemos tomas falsas, pero intuimos que al autor se le está consumiendo la paciencia mientras los actores una y otra vez interrumpen la grabación de la escena, mientras don Quijote y Sancho, divertidos, se cruzan miradas cómplices al no poder contener la carcajada:

"[...] ¡Oh, válame Dios, y cuán grande que fue el enojo que recibió don Quijote, oyendo las descompuestas palabras de su escudero! Digo que fue tanto, que, con voz atropellada y tartamuda lengua, lanzando vivo fuego por los ojos, dijo:

- ¡Oh bellaco villano, mal mirado, descompuesto, ignorante, infacundo, deslenguado, atrevido, murmurador y maldiciente! ¿Tales palabras has osado decir en mi presencia y en la destas ínclitas señoras, y tales deshonestidades y atrevimientos osaste poner en tu confusa imaginación? ¡Vete de mi presencia, monstruo de naturaleza, depositario de mentiras, almario de embustes, silo de bellaquerías, inventor de maldades, publicador de sandeces, enemigo del decoro que se debe a las reales personas! ¡Vete; no parezcas delante de mí, so pena de mi ira!"

I, 46

"[...] Volviose don Quijote a Sancho, y encendido el rostro y colérico, le dijo:

-¿Es posible, ¡oh Sancho!, que haya en todo el orbe alguna persona que diga que no eres tonto, aforrado de lo mismo, con no sé qué ribetes de malicioso y de bellaco? ¿Quién te mete a ti en mis cosas y en averiguar si soy discreto o majadero?"

II, 58

A Tirteafuera no se le escapa la sabia construcción de los diálogos bien condimentados como el cocinero que monta una lasaña en las que distintas capas y texturas modulan rítmicamente el paladeo. Leemos sabrosamente este fragmento y reparemos, por consejo del chef Tirteafuera, en el ritmo, en las texturas provocadas por las interrogaciones retóricas, los insultos y los disparates adobados por la inteligencia burlona de M. de Cervantes:

"[...] Don Quijote, que tales blasfemias oyó decir contra su señora Dulcinea, no lo pudo sufrir, y, alzando el lanzón, sin hablalle palabra a Sancho y sin decirle esta boca es mía, le dio tales dos palos, que dio con él en tierra; y si no fuera porque Dorotea le dio voces que no le diera más, sin duda le quitara allí la vida.

-¿Pensáis -le dijo a cabo de rato-, villano ruin, que ha de haber lugar siempre para ponerme la mano en la horcajadura y que todo ha de ser errar vos y perdonaros yo? Pues no lo penséis,bellaco descomulgado, que sin duda lo estás, pues has puesto lengua en la sin par Dulcinea. Y ¿no sabéis vos, gañán, faquín, belitre, que si no fuese por el valor que ella infunde en mi brazo, que no le tendría yo para matar una pulga? Decid, socarrón de lengua viperina, ¿y quién pensáis que ha ganado este reino y cortado la cabeza a este gigante y hécho os a vos marqués, que todo esto doy ya por hecho y por cosa pasada en cosa juzgada, si no es el valor de Dulcinea, tomando a mi brazo por instrumento de sus hazañas? Ella pelea en mí y vence en mí, y yo vivo y respiro en ella, y tengo vida y ser. ¡Oh hideputa bellaco, y cómo sois desagradecido, que os veis levantado del polvo de la tierra a ser señor de título y correspondéis a tan buena obra con decir mal de quien os la hizo!"

I, 30

No sólo a través del personaje don Quijote, también a través de otros podemos saborear otros platos, quizá menos elaborados, Sancho, por ejemplo:

"[...] Y, apenas dijo esto, cuando, levantándose en pie el gobernador, asió de la silla en que estaba sentado y dijo:

- ¡Voto a tal, don patán rústico y mal mirado, que si no os apartáis y ascondéis luego de mi presencia, que con esta silla os rompa y abra la cabeza! Hideputa bellaco, pintor del mesmo demonio, ¿y a estas horas te vienes a pedirme seiscientos ducados?; y ¿dónde los tengo yo, hediondo?; y ¿por qué te los había de dar, aunque los tuviera, socarrón y mentecato?"

II, 47

Altisidora, la dueña Rodríguez, son otros platos de la carta de El Quijote, bien aderezados para su degustación:

"[...] Iba Altisidora a proseguir en quejarse de don Quijote, cuando le dijo don Quijote:

-Muchas veces os he dicho, señora, que a mí me pesa deque hayáis colocado en mí vuestros pensamientos, pues de los míos antes pueden ser agradecidos que remediados: yo nací para ser de Dulcinea del Toboso, y los hados (si los hubiera) me dedicaron para ella, y pensar que otra alguna hermosura ha de ocupar el lugar que en mi alma tiene es pensar lo imposible. Suficiente desengaño es éste para que os retiréis en los límites de vuestra honestidad, pues nadie se puede obligar a lo imposible.

Oyendo lo cual Altisidora, mostrando enojarse y alterarse, le dijo:

-¡Vive el señor don bacallao, alma de almirez, cuesco de dátil, más terco y duro que villano rogado cuando tiene la suya sobre el hito, que si arremeto a vos, que os tengo de sacar los ojos! ¿Pensáis por ventura, don vencido y don molido a palos, que yo me he muerto por vos? Todo lo que habéis visto esta noche ha sido fingido, que no soy yo mujer que por semejantes camellos había de dejar que me doliese un negro de la uña, cuanto más morirme."

II, 70

A Sancho:

"[...] -Hermano, si sois juglar -replicó la dueña-, guardad vuestras gracias para donde lo parezcan y se os paguen, que de mí no podréis llevar sino una higa.

-¡Aun bien -respondió Sancho- que será bien madura, pues no perderá vuesa merced la quínola de sus años por punto menos!

-Hijo de puta -dijo la dueña, toda ya encendida en cólera-, si soy vieja o no, a Dios daré la cuenta que no a vos, bellaco harto de ajos."

II, 31

Reposada la lectura, para la sobremesa, Tirteafuera quiere que aprendamos de M. de Cervantes y advierte a los escolares que para el insulto, para cuando la ira se desborda en palabras, siempre será mejor recurrir, antes que a la comida rápida, a la gastronomía, y, sobre todo, antes que a degradar a la persona, a superar el conflicto con la creatividad que desbloquea situaciones.

Para ello, la taxonomía del reino animal, al estilo de Hergè, o la creatividad zumbona de M. de Cervantes nos convidan a buscar nuestro propio camino. En este, como es normal, Tirteafuera prefiera a los clásicos.

Podemos ensayar con el currículum de Zoología: Ungulado, Cefalópodo, Marsupial, Artrópodo, Quelícero, Elasmobranquio, Paquidermo,Holoturio, Lamelibranquio, Anélidos, Oligoqueto, Cnidario, Nematodo, Proboscidio, Lepidóptero, Platelminto, Gasterópodo, Crustáceo, Artiodáctilo, ...

P.D.- Una página interesante que podéis consultar es la de José Antonio Millán ...!!Y yo en la tuya¡¡ El insulto y el genio de la lengua.

Véase también la bitácora GoloBlog - Haddock

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¡No pongas tus sucias manos sobre El Quijote! (III)


I

-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear. (I, 8)

Tirteafuera no entiende muy bien la actitud de conspicuos pedagogos que reservan El Quijote para otro tipo de lectores: ¿los escolares leyendo El Quijote? ¿estás loco? ¿quieres que terminen odiándolo toda su vida? Ya hemos podido saber cuál es la opinión de Tirteafuera en entregas anteriores, por ejemplo en No pongas tus sucias manos sobre El Quijote. Pero, hoy, Tirteafuera tiene ganas de cancha.

Hablar de leer El Quijote es hablar de la lectura en general, del hábito lector, de la política cultural, de las modas editoriales, del estándar de ocio vigente, del modelo de sociedad. Proponer leer El Quijote a un ciudadano en edad escolar es tener ganas de luchar contra corriente. Y proponer que lo lea en vacaciones del verano es una apuesta insegura. ¿Apuesta insegura?

Tirteafuera arquea las cejas, En absoluto, responde. Por supuesto que a la hora de hacer la propuesta de leer El Quijote hay que aceptar implícitamente varias reglas: la libertad a la hora de leerlo, a la hora de marcar los ritmos, la forma y los espacios para leer.

Quince años tiene; el bozo hace tiempo que le ha apuntado; ante cualquier proposición, la primera respuesta es un no rotundo; revisable; espera ansioso, a veces, algún sms de sus amigos que están de vacaciones en Jordania, en Valencia, en Labraza, en Salou; le gusta estudiar y obtiene buenas notas; apasionado de la NBA y ensayador porfiado de triples antológicos; la cuadrilla, lo primero; jugador enfebrecido de la play. Lector de El Quijote, completo, las dos partes. Defensor de su intimidad, montará en cólera cuando vea esto publicado.

¿Apuesta insegura? Coincidimos con Tirteafuera cuando sostiene que hay que normalizar la lectura de El Quijote dentro de un plan más general de promoción de la lectura. Debemos exponer a nuestros escolares al texto, facilitar su acceso, dar valor añadido. En esto, Tirteafuera, como de esperar, es más quijote que sancho:

"<…> -Señor, yo no sé por qué quiere vuestra merced acometer esta tan temerosa aventura. Ahora es de noche, aquí no nos vee nadie: bien podemos torcer el camino y desviarnos del peligro, aunque no bebamos en tres días; y pues no hay quien nos vea, menos habrá quien nos note de cobardes, cuanto más que yo he oído predicar al cura de nuestro lugar, que vuestra merced bien conoce, que quien busca el peligro perece en él."

I, 20

Con quince años no existió riesgo en la apuesta, y leer El Quijote no ha sido un peligro en el que perecer. Ha sido un ejercicio que ha requerido esfuerzo, ha suscitado más de una pregunta, ha refrescado cosas olvidadas en los exámenes, ha provocado más de una carcajada, ha incitado a imitar el lenguaje arcaizante del protagonista, ha colmado de ideales el espíritu de adolescente,… Tras la expresión ¡qué panojo este Quijote! quedaba la vibración de una experiencia que ha enriquecido el paso de los días y los paisajes. Y todo esto ha ocurrido, se sorprende Tirteafuera, mientras al viaje interno propiciado por la lectura de El Quijote, acompasaba el viaje a Lisboa por tierras de Burgos, Palencia, Valladolid, Salamanca, Guarda, o enriquecía el descanso en la habitación de la pousada, o pausaba el recogimiento de los claustros.

Contradigamos al Caballero del Bosque y busquemos tortas cuando ya tenemos hogazas, sostiene Tirteafuera. Si ya los escolares saben leer textos apapillados en los temas que plantean, hecha puré toda exigencia de vocabulario y complejidad sintáctica, trabajemos con los clásicos, normalicemos su lectura, derrotemos en clase y en la Biblioteca Escolar al Caballero del Bosque:

"<…> -Por eso digo -dijo el del Bosque- que nos dejemos de andar buscando aventuras; y pues tenemos hogazas, no busquemos tortas, y volvámonos a nuestras chozas, que allí nos hallará Dios, si Él quiere."

II, 13

Desde la Biblioteca Escolar invitemos a la aventura, a la ventura, sobre todo, a los adolescentes que no llevan camino determinado:

"<…> -Si vuestra merced, señor caballero, no lleva camino determinado, como no le suelen llevar los que buscan las aventuras, vuesa merced se venga con nosotros."

II, 19

Eso sí, concreta Tirteafuera, reconozcámosles el derecho a elegir:

"<…> subieron a caballo, y sin tomar determinado camino, por ser muy de caballeros andantes el no tomar ninguno cierto, se pusieron a caminar por donde la voluntad de Rocinante quiso, que se llevaba tras sí la de su amo, <…>. Con todo esto volvieron al camino real y siguieron por él a la ventura, sin otro disignio alguno."

I, 21

I

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lunes, agosto 08, 2005

Siempre que volviéredes hallaréis vuestra ínsula donde la dejáis, (II, 41)


Sancho Panza, escultura en Alcalá de Ebro:
la realidad ficcionada sostiene la realidad recreada


/-Calla, Sancho -dijo Ricote-, que las ínsulas están allá dentro de la mar, que no hay ínsulas en la tierra firme. (II, 54)

Si seguís el pensamiento de Tirteafuera os daréis cuenta que suele estar en fuera de juego: con lo fácil que es transitar en las autopistas, prefiere las sendas. Hoy le ha dado por pelear con los molinos de viento de todos aquellos malandrines que quieren poner mojones y límites a los territorios imaginarios, nombre y apellidos a los personajes cervantinos. M. de Cervantes, sostiene Tirteafuera, crea un mundo real que puebla en nosotros: la lectura de El Quijote nos abre territorios que se actualizan en nosotros al leer, o porque leemos. Además de una forma diversa: no existe una única Barataria; existen tantas como lectores.

Tirteafuera defiende que volcar el territorio imaginario de El Quijote en un mapa puede responder a la necesidad de quien necesita proyectar un concepto, o una idea, o un sentimiento en un territorio tangible: como quien convierte el amor en un corazón fucsia, la sed en un refresco, la amargura en una vela puesta en la estación de metro. Tirteafuera sostiene que en nuestra sociedad hay una tendencia a sobreactuar, a simplificar la vivencia de cada individuo. Los matices se nos escapen, defiende. Como el mimo que, con un repertorio limitado de gestos, quiere transmitir la pasión de la vida. Quizá, lo que de nuevo inquieta a Tirteafuera es la urgencia con que ideas, sentimientos y conceptos son convertible en mercancías.

¿Es necesario situar a Barataria en un mapa? Posiblemente, sí, si lo que quiero es trazar un ruta turística. El propio M. de Cervantes, advierte Tirteafuera, nos pauta para ello:

"[...] A lo que el duque dijo:

-Sancho amigo, la ínsula que yo os he prometido no es movible ni fugitiva: raíces tiene tan hondas, echadas en los abismos de la tierra, que no la arrancarán ni mudarán de donde está a tres tirones; <...> siempre que volviéredes hallaréis vuestra ínsula donde la dejáis,"

II, 41

Todo esto lo podemos leer en II, 45. No obstante, se pregunta Tirteafuera, ¿El territorio imaginario /La Ínsula/ fue imagina por M. de Cervantes ya en el capítulo 7 de la Primera Parte? ¿Quién afirma /nunca segundas partes fueron buenas/, e incluso antes de la existencia del quijote apócrifo, ya tenía previsto en su plan de redacción la recreación de una ínsula en tierra firme en el camino a Zaragoza? Difícil. Sobre todo si el territorio imaginario /Ínsula Barataria/ aparece por primera vez en el II, 45, sentencia Tirteafuera.

De todas formas, lo que realmente nos encanta es, más que la seguridad de la existencia del territorio imaginado, la posibilidad de regresar a uno mismo a través de la lectura / siempre que volviéredes hallaréis vuestra ínsula donde la dejáis/

En esta sociedad de consumo nos dejamos llevar por la ley del mínimo esfuerzo, advierte Tirteafuera a los usuarios de la Biblioteca Escolar. Parece que la inercia nos impide explorar, recrear, intuir; queremos certezas: recorrer, medir, consumir. Tirteafuera a menudo sufre de los escolares la negativa de aventurarse a imaginar lo leído porque estos prefieren ver a través de otros que convierten el texto en imágenes. Y de nuevo la paráfrasis: / que las ínsulas están allá dentro de la mar, que no hay ínsulas en la tierra firme/ Hay que aventurarse uno mismo a imaginar lo leído.

"[...] -¿Y qué oficio es el que has dejado, Sancho? -preguntó Ricote.

-He dejado de ser gobernador de una ínsula -respondió Sancho-, y tal, que a buena fee que no hallen otra como ella a tres tirones.

-¿Y dónde está esa ínsula? -preguntó Ricote.

-¿Adónde? -respondió Sancho-. Dos leguas de aquí, y se llama la ínsula Barataria.

-Calla, Sancho -dijo Ricote-, que las ínsulas están allá dentro de la mar, que no hay ínsulas en la tierra firme."

II, 54


Todo esto le pasa a Tirteafuera por enredar. De César Vidal leyó varios artículos titulados ¿Qué hay de histórico en el Quijote?. Y en la cuarta entrega advirtió que Barataria está en Alcalá de Ebro, un pueblo erigido en aquella época sobre un saliente del terreno que se internaba en el Ebro, a modo de península de forma que, cuando se producían crecidas en el río, el istmo que unía el lugar con la orilla quedaba bajo el agua, convirtiéndose en una isla verdadera aunque temporal

El relato de Cervantes, continua César Vidal, es exacto hasta en detalles menores, como el de sus murallas. Quizá un inconveniente sea la población: Azorín en un artículo titulado Al margen del “Quijote” ya advertía que para dar por veraz la historia había que superar con la imaginación la diferencia e

Si Tirteafuera no comparte la preocupación por poner mojones al campo, menos aún comparte que se pongan nombres y apellidos a los personajes de los territorios imaginados. Antón Castro, por ejemplo, en La ínsula Barataria, Cervantes y Sancho Panza, lo hace; así, los duques son los duques de Villahermosa –a la sazón, Carlos de Borja y María Luisa, primos entre sí-. Al parecer ellos son los que hacen entrega de una isla al escudero Sancho Panza, al cual nombran gobernador, y le someten a diversas y crueles burlas.

Tirteafuera no debería citar el texto de este autor porque no tiene permiso para ello. Sin embargo, si lo hace, en nuestra opinión, es porque no deja de parecerle caprichoso este efecto boomerang: la realidad ficcionada es sostenida por la realidad recreada. Para Tirteafuera es como tener el mapa de un territorio imaginario que lo confrontamos con el paisaje, de forma, que toda mera coincidencia construye la realidad.

Como es de esperar, pacientísimo lector, compartimos estas inquietudes; queremos que Barataria sea un territorio imaginario recreado irrepetiblemente por cada constructor de sentido a partir de las sugerencias de un texto.


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jueves, agosto 04, 2005

Por cuyo medio y favor podría ser que nosotros fuésemos desencantados, (II, 23)


/Dichosa edad y siglo dichoso aquel adonde saldrán a luz las famosas hazañas mías,<...>, para memoria en lo futuro.(I, 2)

Tirteafuera, un día como hoy, ha elegido un tema que pretende homenajear a los que vivieron el III Centenario de la publicación de la 1ª Parte de El Quijote. Aquellos cervantista y quijotefilos, iluminados, como cuando pasa el cometa Halley, sostiene Tirteafuera, supieron interpretar, actualizar y hacer propio el texto de M. de Cervantes.

El tema del III Centenario siempre ha atraído a Tirteafuera; y de buena tinta sabemos que, cuando la ocasión sea propicia, nos hará saber qué piensa sobre las diferencias de aquella y de esta celebración: ¿Este IV Centenario será tan fructífero como lo fue el III? Quizá, por ahora, en un plazo miope, destaquen los mercaderes del IV Centenario. Cuando pase el tiempo,¿tendremos la sensación que el cometa Quijote enriqueció también nuestras vidas?

"[...] -Unas nuevas os quiero dar ahora <...>. Sabed que tenéis aquí en vuestra presencia, y abrid los ojos y vereislo, aquel gran caballero de quien tantas cosas tiene profetizadas el sabio Merlín, aquel don Quijote de la Mancha, digo, que de nuevo y con mayores ventajas que en los pasados siglos ha resucitado en los presentes la ya olvidada andante caballería, por cuyo medio y favor podría ser que nosotros fuésemos desencantados, que las grandes hazañas para los grandes hombres están guardadas

II, 23

Un día como hoy, especial ya que escribe desde Vitoria-Gasteiz, Tirteafuera ha buscado a aquellos en Álava que fueron desencantados por la lectura de El Quijote en torno al III Centenario. Para buscar el testimonio veraz de las crónicas ha ido a la biblioteca especializada Fundación Sancho El Sabio Fundazioa y, de su callada sabiduría, ha rescatado al azar nombres que, cuando les tocó, supieron avistar en el cielo la estrella de don Quijote.

Tirteafuera, en esta tarde fresca de agosto, quiere recordar los nombres de Fermín Herrán y de Julián de Apraiz

Después de enredar en los catálogos de la Fundación Sancho El Sabio Fundazioa, Tirteafuera nos ha sorprendido con datos de Fermín Herrán (Salinas de Añana, 1852), publicista y animador cultural desde una posición política comprometida en aquella época complicada como era la liberal republicana desde 1869, participa en 1872 en la creación del Ateneo de la Casa de Cervantes (consúltese MENÉNDEZ ONRUBIA, Carmen. "Fermín Herrán y el Ateneo Literario. La casa de Cervantes en Valladolid, (1872)", Anales Cervantinos, XXXIV, 1998, pp. 289-325), y en 1873 es secretario de la primera Academia Cervántica Española.

Las actividades de esta Academia se integrarán con las propias del Ateneo Científico, Literario y Artístico de Vitoria: en ocasiones (1875 y 1893, en el Ateneo; 1877, en la Academia Cervántica, en 1888, actividades conjuntas) son discursos leídos en torno a la fecha de la muerte de Miguel de Cervantes, 23 de abril, a veces incluso, con formato de elogios fúnebres.

En este caldo de cultivo se irá preparando el III Centenario. Es aquí donde Tirteafuera encuentra otro vitoriano, estrecho colaborador de Fermín Herrán, Julián de Apraiz, arquitecto de formación y humanista declarado, autor con amplia bibliografía cervantina:

  • Las Novelas ejemplares de Cervantes, 1878
  • Cervantes vascófilo : refutación de los errores propalados por Pellicer, Clemencín, Fernández-Guerra, etc. acerca de la supuesta ojeriza de Cervantes contra la Euskal-erria
  • De "re" bibliographica. Un Quijote de 1605 en Bilbao
  • Epístola cervántica, 1884
  • Elogio fúnebre de Cervantes, 1888
  • Estudio histórico-crítico sobre las Novelas Ejemplares de Cervantes, 1991
  • Discurso pronunciado por el expresidente del Ateneo don Julián Apraiz en el Teatro Principal de Vitoria con motivo de la velada conmemorativa del III centenario de la aparición del Quijote celebrada el 8 de mayo de 1905
  • Los Bascongados en el tercer centenario de "El Quijote"
  • Modesto tributo eúskaro rendido a Cervantes en el tercer centenario de la aparición del Ingenioso Hidalgo D. Quijote de la Mancha / por iniciativa y bajo la dirección de Julián Apraiz, 1905
  • Juicio de "La tía fingida" : copia de tres ediciones raras y edición crítica de esta novela, bibliografía razonada de la misma, elenco de voces y frases que hay en ella al par que en otras obras de Cervantes, 1906

En particular, lo que llama la atención de Tirteafuera es el discurso pronunciado en el Teatro Principal con motivo del III Centenario. El tema, según el propio autor, es una conferencia geográfico-cervantesca, dividida en dos partes: Cervantes americanista, una, y América cervantista, la segunda.

En la primera parte, se detiene en los trámites de solicitud de oficio al rey Felipe II por los 22 años de servicio; y en la segunda, demuestra estar al tanto de la influencia del texto de M. de Cervantes en los movimientos de liberación hispanoamericana, así como de los cervantistas hispanoamericanos; de estos nos da una cumplida referencia: Ticknor, Baralt, Bello, Urdaneta, Cuervo, Bradford, Armas, Marroquín, Nin y Frías, Zuleta, Callas Bryan, Caro, Barros Arana, Montalvo, Icaza... Iincluso, muy lejos de la tecnología de la información y de las comunicaciones actuales, enumera actos programados en Hsipanoamérica para la celebración del III centenario de El Quijote, organizados en México, San Salvador, etc.

Tirteafuera enmudece ante estas personas que le precedieron y comprende el entusiasmo derramado en la actividades cervantinas: publicaciones, conferencias, epístolas, panegíricos,... Por elegir un fragmento del discurso que referimos, destacamos un fragmento en el que, según Tirteafuera, queda patente la ascendencia de M. de Cervantes:

"[...] Festejando <...> el tercer centenario de la aparición del Quijote como obra maestra de Miguel de Cervantes Saavedra quien fue genio del arte <...>, hijo y escolar modelo <...>, soldado valentísimo <...>, paciente cautivo <...>, jefe de familia incomparable <...>, hombre augusto en vida y muerto <...>, varón constante."

ps. 3 y 4

En lo que está de acuerdo Tirteafuera es en la sabia definición de M. de Cervantes: /varón constante/, magnífica síntesis de un desvelo y esfuerzo constantes.


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