martes, agosto 30, 2005

Perecía de risa la duquesa


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Tutoría: Reflexión sobre la crueldad de la burla


Creemos que, si M. de Cervantes detiene el viaje en el palacio de los duques, lo hace tan solo como artefacto narrativo; el conjunto de capítulos que tienen la unidad de espacio en el palacio de los duques constituye un núcleo temático que el autor exprime para divertimento suyo y de los lectores. Además del juego de la confusión ficción y realidad, es un alarde de urdir historias, de maquinación para la burla.

Tirteafuera no está de acuerdo: ¿El palacio de los duques es el escenario de la risa o el ejercicio de crueldad? Como siempre M. de Cervantes se nos escapa entre los refracciones de los espejos: ¿Quién es M. de Cervantes en el texto? ¿el autor? ¿el narrador? ¿Cide Hamete? ¿don Quijote? ¿Sancho Panza?

Desde la perspectiva del narrador, Tirteafuera nos advierte, el texto es una maquinación de la burla. Los agravantes se acumulan en la narración: premeditación, alevosía, ensañamiento, abuso de autoridad, …

[...] Perecía de risa la duquesa en oyendo hablar a Sancho, y en su opinión le tenía por más gracioso y por más loco que a su amo, y muchos hubo en aquel tiempo que fueron deste mismo parecer."

II, 32

[...] Las razones de Sancho renovaron en la duquesa la risa y el contento; y enviándole a reposar, ella fue a dar cuenta al duque de lo que con él había pasado, y entre los dos dieron traza y orden de hacer una burla a don Quijote que fuese famosa y viniese bien con el estilo caballeresco, en el cual le hicieron muchas tan propias y discretas, que son las mejores aventuras que en esta grande historia se contienen."

II, 33

[...] Fueron luego a dar cuenta a la duquesa de lo que pasaba y del laúd que pedía don Quijote, y ella, alegre sobremodo, concertó con el duque y con sus doncellas de hacerle una burla que fuese más risueña que dañosa, y con mucho contento esperaban la noche,"

II, 46

[...] No quedaron arrepentidos los duques de la burla hecha a Panza del gobierno que le dieron, y más que aquel mismo día vino su mayordomo y les contó punto por punto todas casi las palabras y acciones que Sancho había dicho y hecho en aquellos días,"

II, 56

Tirteafuera, en otras reflexiones, ya ha hablado sobre la risa y la conveniencia de reírse, pero nunca a costa de un compañero. A Tirteafuera sobre todo le preocupa que entre los escolares se consoliden modelos de relación malsana: entre iguales reforzar el estatus de liderazgo o soportar la necesidad de autoafirmación en la negación del otro son situaciones que entristecen a Tristeafuera. Y suceden con frecuencia.

Por eso, entenderéis que Tirteafuera ponga tal empeño cuando habla de la relación tóxica que el narrador ha escenificado en el palacio de los duques. El ambiente de ese microcosmos se parece tanto al hábitat de personajillos que pululan en las peleas escolares que es muy útil el texto de El Quijote para revisar conductas y actitudes asumidas inconscientemente. Leed, si no, el fragmento escrito a continuación y hacedlo en clave de que los que se pelean son dos compañeros de clase:

[...] Y, diciendo y haciendo, arrebató de un pan que junto a sí tenía, y dio con él al cabrero en todo el rostro, con tanta furia, que le remachó las narices; mas el cabrero, que no sabía de burlas, viendo con cuántas veras le maltrataban, sin tener respeto a la alhombra, ni a los manteles, ni a todos aquellos que comiendo estaban, saltó sobre don Quijote, y, asiéndole del cuello con entrambas manos, no dudara de ahogalle, si Sancho Panza no llegara en aquel punto, y le asiera por las espaldas y diera con él encima de la mesa, quebrando platos, rompiendo tazas y derramando y esparciendo cuanto en ella estaba. Don Quijote, que se vio libre, acudió a subirse sobre el cabrero; el cual, lleno de sangre el rostro, molido a coces de Sancho, andaba buscando a gatas algún cuchillo de la mesa para hacer alguna sanguinolenta venganza, pero estorbábanselo el canónigo y el cura; mas el barbero hizo de suerte que el cabrero cogió debajo de sí a don Quijote, sobre el cual llovió tanto número de mojicones, que del rostro del pobre caballero llovía tanta sangre como del suyo.

Reventaban de risa el canónigo y el cura, saltaban los cuadrilleros de gozo, zuzaban los unos y los otros, como hacen a los perros cuando en pendencia están trabados; sólo Sancho Panza se desesperaba, porque no se podía desasir de un criado del canónigo, que le estorbaba que a su amo no ayudase.

En resolución, estando todos en regocijo y fiesta, sino los dos aporreantes que se carpían, oyeron el son de una trompeta, tan triste que les hizo volver los rostros hacia donde les pareció que sonaba;"

I, 52

Por otro lado, este artefacto narrativo de la burla tiene piezas diferentes. Como muestras, nos propone Tirteafuera, observemos la selección de los topónimos y de los nombres de los personajes; aquí tenéis tan solo una muestra de lo que podéis observar a lo largo de todo el texto de El Quijote:

[...] Reventaban de risa con estas cosas los duques, como aquellos que habían tomado el pulso a la tal aventura, y alababan entre sí la agudeza y disimulación de la Trifaldi, la cual, volviéndose a sentar, dijo:

- Del famoso reino de Candaya, que cae entre la gran Trapobana y el mar del Sur, dos leguas más allá del cabo Comorín, fue señora la reina doña Maguncia, viuda del rey Archipiela, su señor y marido, de cuyo matrimonio tuvieron y procrearon a la infanta Antonomasia, heredera del reino, la cual dicha infanta Antonomasia se crió y creció debajo de mi tutela y doctrina, por ser yo la más antigua y la más principal dueña de su madre. Sucedió, pues, que yendo días <…>"

II, 38

Esta preocupación por los vínculos de los nombres –el nombre es, muchas veces, la antítesis de lo nombrado- se manifiesta, puntualiza Tirteafuera, en la selección de vocabulario. Podrás más tarde, II, 32, observar la función cómica de palabras como /jumentales/ y /asininas/.

Sin embargo, M. de Cervantes se manifiesta a través del cronista que no solo cuenta los hechos, sino que hace reflexiones sobre lo que ve, una refracción más en los espejos de El Quijote:

[...] Y dice más Cide Hamete: que tiene para sí ser tan locos los burladores como los burlados y que no estaban los duques dos dedos de parecer tontos, pues tanto ahínco ponían en burlarsede dos tontos."

II, 70

En la ceremonia del aguamanil, por poner otro punto de vista, M. de Cervantes defiende, a través de la conducta de Sancho Panza o del diálogo de don Quijote, la dignidad de los personajes:

[...] -Sí quiero -respondió Sancho con mucha cólera-, pero querría que fuese con toallas más limpias, <…> Yo estoy limpio de barbas y no tengo necesidad de semejantes refrigerios; y el que se llegare a lavarme ni a tocarme a un pelo de la cabeza, digo, de mi barba, hablando con el debido acatamiento, le daré tal puñada, que le deje el puño engastado en los cascos, que estas tales cirimonias y jabonaduras más parecen burlas que gasajos de huéspedes.

Perecida de risa estaba la duquesa viendo la cólera y oyendo las razones de Sancho, pero no dio mucho gusto a don Quijote verle tan mal adeliñado

-¡Hola, señores caballeros!, vuesas mercedes dejen al mancebo y vuélvanse por donde vinieron, <…>. Tomen mi consejo y déjenle, porque ni él ni yo sabemos de achaque de burlas."

II, 32

Mucho más interesantes suelen considerar las situaciones en las que M. de Cervantes en una situación de diálogo contrapone la autoridad social y la dignidad personal. A lo largo del texto de El Quijote, el valor personal, la dignidad, la inteligencia son utilizados por el autor para trastocar el orden establecido. Pero este es un tema de reflexión para otro momento.

[…] (en diálogo de la duquesa) sosiéguese el señor Panza, y quédese a mi cargo el regalo del rucio, que por ser alhaja de Sancho le pondré yo sobre las niñas de mis ojos.

-En la caballeriza basta que esté -respondió Sancho-, que sobre las niñas de los ojos de vuestra grandeza ni él ni yo somos dignos de estar sólo un momento, y así lo consintiría yo como darme de puñaladas; que aunque dice mi señor que en las cortesías antes se ha de perder por carta de más que de menos, en las jumentiles y asininas se ha de ir con el compás en la mano y con medido término.

-Llévele -dijo la duquesa- Sancho al gobierno, y allá le podrá regalar como quisiere, y aun jubilarle del trabajo.

-No piense vuesa merced, señora duquesa, que ha dicho mucho -dijo Sancho-, que yo he visto ir más de dos asnos a los gobiernos, y que llevase yo el mío no sería cosa nueva."

II, 32

Bien sabe Tirteafuera que este tema, la maquinación para la burla, es en ocasiones un tema tabú: mejor no meneallo. Sin embargo, la lectura y, por tanto, la actualización de El Quijote supone, e impone a veces, una revisión. Desde la Biblioteca Escolar la celebración del Quijote puede ayudarnos a superar modelos insanos de relación personal entre los escolares y entre los profesores, por supuesto.

Tirteafuera quiere expresar aquí sus deseos de que las relaciones personales, y entre ellas la risa, no estén soportadas en denigrar al otro. Es una fracaso de todos la situación reflejada en el texto:

[...] En resolución, estando todos en regocijo y fiesta, sino los dos aporreantes que se carpían."

I, 52


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