viernes, julio 01, 2005

Otro Tirteafuera tenemos.


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¿Qué? ¿De vacaciones?

¿Cuántas veces escucharemos esta pregunta? Sí, de vacaciones, pero llenos de melancolía. Es al final de curso cuando se agudizan las contradicciones, cuando se acentúan las tensiones cuando revisamos las programaciones, cuando escribimos las memorias. ¿Qué queda de todos los propósitos? Y sin buscar la respuesta divagamos entre las líneas de El Quijote, las mismas por las que hemos hecho una lectura gozosa, y se nos arremansa la pesadumbre en los recovecos de la melancolía.

En este pasar las horas de forma cansina, el brío se atempla incluso cuando repasamos los éxitos y los avances realizados en la Biblioteca Escolar. La lectura del texto de M. de Cervantes es la brisa que aviva los rescoldos:

"[...] De mí sé decir que después que soy caballero andante soy valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortés, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos; y aunque ha tan poco que me vi encerrado en una jaula como loco, pienso, por el valor de mi brazo, favoreciéndome el cielo y no me siendo contraria la fortuna, en pocos días verme rey de algún reino, adonde pueda mostrar el agradecimiento y liberalidad que mi pecho encierra."

I, 50

Si, también por estas fechas, se definen los planes para próximos cursos. Otras prioridades hacen que se reduzca el reconocimiento horario, de 4 a 3 horas lectivas por la dedicación a la Biblioteca Escolar. Totalmente insuficiente. Nos vemos como don Quijote en la jaula del estrés al tener que responder a unas tareas sin contar con los recursos suficientes. Esta jaula no tiene barrotes de hierro, pero es ese encantamiento que te atenaza la iniciativa, agosta la motivación y dilata la melancolía.

Como siempre el diálogo con el autor reconforta y nos hace más pacientes y sabios:

"[...] -Sábete, Sancho, que no es un hombre más que otro, si no hace más que otro. Todas estas borrascas que nos suceden son señales de que presto ha de serenar el tiempo y han de sucedernos bien las cosas, porque no es posible que el mal ni el bien sean durables, y de aquí se sigue que, habiendo durado mucho el mal, el bien está ya cerca."

I, 18

En otras ocasiones es Sancho quien, aprovechando la intimidad propia del ayudante de cámara, nos obliga a enfrentarnos a nuestras propias percepciones y a sacudirnos la mirada de la bestia que nos paraliza. Sancho, desde la realidad, pretende liberarnos del encantamiento en el que estamos abismados y es el terapeuta que nos ayuda a superar la situación de estrés:

"[...] - ¡Ah - dijo Sancho- ; cogido le tengo! Esto es lo que yo deseaba saber, como al alma y como a la vida. Venga acá, señor: ¿podría negar lo que comúnmente suele decirse por ahí cuando una persona está de mala voluntad: "No sé qué tiene fulano, que ni come, ni bebe, ni duerme, ni responde a propósito a lo que le preguntan, que no parece sino que está encantado"? De donde se viene a sacar que los que no comen, ni beben, ni duermen, ni hacen las obras naturales que yo digo, estos tales están encantados; pero no aquellos que tienen la gana que vuestra merced tiene y que bebe cuando se lo dan, y come cuando lo tiene, y responde a todo aquello que le preguntan.

- Verdad dices, Sancho - respondió don Quijote- , pero ya te he dicho que hay muchas maneras de encantamentos, <...>. De manera que contra el uso de los tiempos no hay que argüir ni de qué hacer consecuencias. Yo sé y tengo para mí que voy encantado, y esto me basta para la seguridad de mi conciencia; que la formaría muy grande si yo pensase que no estaba encantado y me dejase estar en esta jaula, perezoso y cobarde, defraudando el socorro que podría dar a muchos menesterosos y necesitados que de mi ayuda y amparo deben tener a la hora de ahora precisa y estrema necesidad."

I, 49

Pero la mirada de la bestia es tan paralizadora que, a veces, no podemos escuchar la voz de Sancho.

Llegará un momento en que se reconozca la labor de los bibliotecarios escolares. Mientras escampa, don Quijote, en la línea del horizonte, aguija su voluntad y detrás de su estela cuantos escuderos tiene:

"[...] Esto todo será que yo prosiga mi viaje no con aquel contento con que le comencé, sino con toda melancolía y tristeza."

I, 42


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Posted by Picasa

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