sábado, julio 30, 2005

Los libros <…> con gusto general son leídos y celebrados de los grandes y de los chicos.


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De manera que el arte, imitando a la naturaleza, parece que allí la vence.

Tirteafuera por un momento deja las labores de mantenimiento de la bitácora y, al abrir al azar El Quijote, se ha encontrado con el pasaje de la parte I, capítulo 50: De las discretas altercaciones que don Quijote y el canónigo tuvieron, con otros sucesos . Sorprendido ha advertido que, dentro del largo parlamento de don Quijote, M. de Cervantes, entre los destellos de los espejos don Quijote-Canónigo, Cervantes-Lector, ha incluido temas muy modernos:

¿Lo que ha sido dado a la luz puede ser mentira?

"[...] ­¡Bueno está eso! ­respondió don Quijote­. Los libros que están impresos con licencia de los reyes y con aprobación de aquellos a quien se remitieron, y que con gusto general son leídos y celebrados de los grandes y de los chicos, de los pobres y de los ricos, de los letrados e ignorantes, de los plebeyos y caballeros, finalmente, de todo género de personas, de cualquier estado y condición que sean, ¿habían de ser mentira?; y más llevando tanta apariencia de verdad, pues nos cuentan el padre, la madre, la patria, los parientes, la edad, el lugar y las hazañas, punto por punto y día por día, que el tal caballero hizo, o caballeros hicieron. Calle vuestra merced, no diga tal blasfemia (y créame que le aconsejo en esto lo que debe de hacer como discreto), sino léalos, y verá el gusto que recibe de su leyenda."

¿Podemos negar realidad a lo que la imaginación ha dado corporeidad?:

"[...] ­Si no, dígame: ¿hay mayor contento que ver, como si dijésemos: aquí ahora se muestra delante de nosotros un gran lago de pez hirviendo a borbollones, y que andan nadando y cruzando por él muchas serpientes, culebras y lagartos, y otros muchos géneros de animales feroces y espantables, y que del medio del lago sale una voz tristísima que dice: ''Tú, caballero, quienquiera que seas, que el temeroso lago estás mirando, si quieres alcanzar el bien que debajo destas negras aguas se encubre, muestra el valor de tu fuerte pecho y arrójate en mitad de su negro y encendido licor; porque si así no lo haces, no serás digno de ver las altas maravillas que en sí encierran y contienen los siete castillos de las siete fadas que debajo desta negregura yacen?'' ¿Y que, apenas el caballero no ha acabado de oír la voz temerosa, cuando, sin entrar más en cuentas consigo, sin ponerse a considerar el peligro a que se pone, y aun sin despojarse de la pesadumbre de sus fuertes armas, encomendándose a Dios y a su señora, se arroja en mitad del bullente lago,"

¿Se puede negar la capacidad transformadora de la escritura-lectura?:

"[...] ­y, cuando no se cata ni sabe dónde ha de parar, se halla entre unos floridos campos, con quien los Elíseos no tienen que ver en ninguna cosa? Allí le parece que el cielo es más transparente, y que el sol luce con claridad más nueva; ofrécesele a los ojos una apacible floresta de tan verdes y frondosos árboles compuesta, que alegra a la vista su verdura, y entretiene los oídos el dulce y no aprendido canto de los pequeños, infinitos y pintados pajarillos que por los intricados ramos van cruzando. Aquí descubre un arroyuelo, cuyas frescas aguas, que líquidos cristales parecen, corren sobre menudas arenas y blancas pedrezuelas, que oro cernido y puras perlas semejan; acullá vee una artificiosa fuente de jaspe variado y de liso mármol compuesta; acá vee otra a lo brutesco adornada, adonde las menudas conchas de las almejas, con las torcidas casas blancas y amarillas del caracol, puestas con orden desordenada, mezclados entre ellas pedazos de cristal luciente y de contrahechas esmeraldas, hacen una variada labor, de manera que el arte, imitando a la naturaleza, parece que allí la vence."

Como hemos podido comprobar, el reciclaje de teorías estéticas, de tópicos literarios y recursos retóricos es un motivo más de la celebración de la literatura como juego: el epíteto, la metáfora, la hipérbole, la antítesis, todas en conjunto, al servicio de la reinterpretación irónica

¿Se puede negar la efectividad de la reinterpretación irónica de lo que es visto y lo que es contado?

"[...] ­Acullá de improviso se le descubre un fuerte castillo o vistoso alcázar, cuyas murallas son de macizo oro, las almenas de diamantes, las puertas de jacintos; finalmente, él es de tan admirable compostura que, con ser la materia de que está formado no menos que de diamantes, de carbuncos, de rubíes, de perlas, de oro y de esmeraldas, es de más estimación su hechura. Y ¿hay más que ver, después de haber visto esto, que ver salir por la puerta del castillo un buen número de doncellas, cuyos galanos y vistosos trajes, si yo me pusiese ahora a decirlos como las historias nos los cuentan, sería nunca acabar; y tomar luego la que parecía principal de todas por la mano al atrevido caballero que se arrojó en el ferviente lago, y llevarle, sin hablarle palabra, dentro del rico alcázar o castillo, y hacerle desnudar como su madre le parió, y bañarle con templadas aguas, y luego untarle todo con olorosos ungüentos, y vestirle una camisa de cendal delgadísimo, toda olorosa y perfumada, y acudir otra doncella y echarle un mantón sobre los hombros, que, por lo menos menos, dicen que suele valer una ciudad, y aun más? ¿Qué es ver, pues, cuando nos cuentan que, tras todo esto, le llevan a otra sala, donde halla puestas las mesas, con tanto concierto, que queda suspenso y admirado?; ¿qué, el verle echar agua a manos, toda de ámbar y de olorosas flores distilada?; ¿qué, el hacerle sentar sobre una silla de marfil?; ¿qué, verle servir todas las doncellas, guardando un maravilloso silencio?; ¿qué, el traerle tanta diferencia de manjares, tan sabrosamente guisados, que no sabe el apetito a cuál deba de alargar la mano? ¿Cuál será oír la música que en tanto que come suena, sin saberse quién la canta ni adónde suena?"

¿Podríamos negar la capacidad de M. de Cervantes para fusionar la ficción en la realidad?

"[...] ­¿Y, después de la comida acabada y las mesas alzadas, quedarse el caballero recostado sobre la silla, y quizá mondándose los dientes, como es costumbre, entrar a deshora por la puerta de la sala otra mucho más hermosa doncella que ninguna de las primeras, y sentarse al lado del caballero, y comenzar a darle cuenta de qué castillo es aquél, y de cómo ella está encantada en él, con otras cosas que suspenden al caballero y admiran a los leyentes que van leyendo su historia?"

¿Qué de la capacidad de la lectura para producir placer y transformar al lector?

"[...] ­No quiero alargarme más en esto, pues dello se puede colegir que cualquiera parte que se lea, de cualquiera historia de caballero andante, ha de causar gusto y maravilla a cualquiera que la leyere. Y vuestra merced créame, y, como otra vez le he dicho, lea estos libros, y verá cómo le destierran la melancolía que tuviere, y le mejoran la condición, si acaso la tiene mala. De mí sé decir que, después que soy caballero andante, soy valiente, comedido, liberal, bien criado, generoso, cortés, atrevido, blando, paciente, sufridor de trabajos, de prisiones, de encantos;"

¿Qué del valor de la virtud y del compromiso moral de un autor?

"[...] ­y, aunque ha tan poco que me vi encerrado en una jaula, como loco, pienso, por el valor de mi brazo, favoreciéndome el cielo y no me siendo contraria la fortuna, en pocos días verme rey de algún reino, adonde pueda mostrar el agradecimiento y liberalidad que mi pecho encierra. Que, mía fe, señor, el pobre está inhabilitado de poder mostrar la virtud de liberalidad con ninguno, aunque en sumo grado la posea; y el agradecimiento que sólo consiste en el deseo es cosa muerta, como es muerta la fe sin obras. Por esto querría que la fortuna me ofreciese presto alguna ocasión donde me hiciese emperador, por mostrar mi pecho haciendo bien a mis amigos, especialmente a este pobre de Sancho Panza, mi escudero, que es el mejor hombre del mundo, y querría darle un condado que le tengo muchos días ha prometido, sino que temo que no ha de tener habilidad para gobernar su estado."

Tirteafuera ha suspendido la lectura y, de golpe, ha pasado a ser consciente del fracaso de la enseñanza de las habilidades lectoras y de la necesidad de recuperar modelos en los que leer sea, sobre todo, un divertimento que acumula en el lector experiencias gratificadoras que refuerzan la búsqueda personal y que predisponen a mayores esfuerzos por superarse. El Quijote no es la única propuesta, pero sí es una de las más fiables. Tendríamos que ser capaces en la Biblioteca Escolar de que los usuarios se ejercitaran en la lectura como la mejor forma de ejercitarse en sí mismos.

A veces a Tirteafuera le pasa que tiene la sensación de quedarse solo; esta soledad se le ensancha cuando no tiene a quien enseñar lo que a él tanto le agrada, le compensa, le motiva, le llena. ¿Para qué sirve si estoy solo?, se pregunta.

También, a veces, piensa que la escuela es un territorio colonizado; entiende que no podía ser de otra forma, estar al margen para ser un Edén, por ejemplo; pero defiende que tampoco ha de ser la proyección del mercado. Para recorrer el territorio de la adolescencia, o de la socialización del individuo, ha de haber varios itinerarios. Todos llevan a la misma meta. Sin embargo, sostiene Tirteafuera, el protectorado de la adolescencia ha de hacerse a pie, como un pionero de sí mismo, explorando cada uno su ámbito, entrometiéndose, rastreando…

Para todo ello la lectura es un buen ejercicio, y en compañía de M. de Cervantes, un adiestramiento muy eficaz, adecuado, eficiente, fructífero. Tal como le sucedió al caballero de la historia narrada por el caballero de la Triste Figura allí, aquí, en la lectura, nos “parece que el cielo es más transparente, y que el sol luce con claridad más nueva”.
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