martes, junio 21, 2005

Cada día, Sancho <…>, te vas haciendo menos simple y más discreto


/que las tierras que de suyo son estériles y secas, estercolándolas y cultivándolas, vienen a dar buenos frutos.

El curso va acercándose a su fin; en la Biblioteca Escolar, usuarios fugitivos entre examen y examen de recuperación, y algún profesor.

Las palabras de M. de Cervantes nos acompañan: fijadas en la escritura por el oráculo en 1615, van cumpliéndose a medida que hojeamos distraídamente el texto. El libro se abre en la página actual 21/06/05:

"[...] - Así es verdad - replicó don Quijote- , porque no fuera acertado que los atavíos de la comedia fueran finos, sino fingidos y aparentes, como lo es la mesma comedia, con la cual quiero, Sancho, que estés bien, teniéndola en tu gracia, y por el mismo consiguiente a los que las representan y a los que las componen, porque todos son instrumentos de hacer un gran bien a la república, poniéndonos un espejo a cada paso delante, donde se veen al vivo las acciones de la vida humana, y ninguna comparación hay que más al vivo nos represente lo que somos y lo que habemos de ser como la comedia y los comediantes. Si no, dime: ¿no has visto tú representar alguna comedia adonde se introducen reyes, emperadores y pontífices, caballeros, damas y otros diversos personajes? Uno hace el rufián, otro el embustero, éste el mercader, aquél el soldado, otro el simple discreto, otro el enamorado simple; y, acabada la comedia y desnudándose de los vestidos della, quedan todos los recitantes iguales.

- Sí he visto - respondió Sancho.

- Pues lo mesmo - dijo don Quijote- acontece en la comedia y trato deste mundo, donde unos hacen los emperadores, otros los pontífices, y, finalmente, todas cuantas figuras se pueden introducir en una comedia; pero, en llegando al fin, que es cuando se acaba la vida, a todos les quita la muerte las ropas que los diferenciaban, y quedan iguales en la sepultura.

- ¡Brava comparación! - dijo Sancho- , aunque no tan nueva que yo no la haya oído muchas y diversas veces, como aquella del juego del ajedrez, que, mientras dura el juego, cada pieza tiene su particular oficio; y, en acabándose el juego, todas se mezclan, juntan y barajan, y dan con ellas en una bolsa, que es como dar con la vida en la sepultura.

- Cada día, Sancho - dijo don Quijote- , te vas haciendo menos simple y más discreto.

- Sí, que algo se me ha de pegar de la discreción de vuestra merced - respondió Sancho- ; que las tierras que de suyo son estériles y secas, estercolándolas y cultivándolas, vienen a dar buenos frutos: quiero decir que la conversación de vuestra merced ha sido el estiércol que sobre la estéril tierra de mi seco ingenio ha caído; la cultivación, el tiempo que ha que le sirvo y comunico; y con esto espero de dar frutos de mí que sean de bendición, tales, que no desdigan ni deslicen de los senderos de la buena crianza que vuesa merced ha hecho en el agostado entendimiento mío."

II, 12

Hemos interrumpido la lectura de El Quijote; los duendes, las fantasías se han esfumado. Momentáneamente. Volveremos a abrir el libro de los libros y nos poblarán follones malandrines, damas, trasgos, princesas, duelos, quejas y quebrantos y, en medio de todo, el relámpago de la inteligencia que todo lo ordena.

Ha terminado el curso, ha terminado la representación de la comedia: toda la parafernalia de escenografía ( las clases, la mesa del profesor enfrentada a la de los alumnos, la de los alumnos más pequeñas, ordenadas en filas, en columna), del vestuario ( la bata blanca del profesor, la uniformización de la vitalidad de los escolares por medio de las marcas ), de los personajes (habla el profesor, los alumnos callan), … se ha esfumado. El curso nos ha despojado de nuestros personajes. Tan sólo somos personas. Seguramente, a través de la representación, hemos podido aprender unos de otros; posiblemente, hemos aprendido a ponernos en el lado de los otros y nos hemos dado cuenta que, cuando les evaluábamos a ellos, nos estábamos evaluando a nosotros, estábamos revisando nuestros valores, ajustando nuestros compromisos.

Por todo ello, cada día nos vamos haciendo menos simples, más discretos: el viaje interior este año ha sido más intenso ya que M. de Cervantes nos ha ofrecido un espejo en cuya superficie nosotros ya estábamos, y nos ha reflejado una inquietud humana en la que nosotros ya somos.

El próximo curso habrá una nueva función y, también esta vez, será diferente: tendremos que leer El Quijote para reconocernos.


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Posted by Hello

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