miércoles, mayo 11, 2005

Hagamos tirteafuera



Tirteafuera, ¡porque vea vuesa merced qué nombre para no temer que he de morir a sus manos!

¿Por qué este nombre de usuario? ¿Qué oculta el seudónimo? Más de un usuario de la Biblioteca Escolar ha dibujado un acento circunflejo en su cara al oirlo: "“Tirte... ¿qué”?" Que nos perdonen los naturales de un lugar llamado Tirteafuera, que está entre Caracuel y Almodóvar del Campo, a la mano derecha. No tenemos ninguna intención de burla; tan solo queríamos continuar el juego de los nombres de nuestro autor, M. de Cervantes: Pedro Recio Agüero de Tirteafuera es el magnífico contrapunto para sacer todo el brillo al personaje Sancho Panza… En la Ínsula Barataria, el personaje de Sancho Panza es más cervantino que nunca: consciente de sus limitaciones, pero muy preciado de sí mismo, se nos manifiesta inteligente, sobre todo, vivo, vividor.

Gracias al personaje Pedro Recio, la ínsula es un espacio para la inteligencia, para cumplir la responsabilidad que uno asume, para el desengaño.

Por todo ello, preguntábamos a los escolares por qué este nombre de Tirteafuera. Buscábamos un sentido a un decisión que en su día dimos sin reflexionar mucho. Igor Vea-Murguía, después de trastear un poco en internet, nos entregó estas líneas:

" Cuando Sancho era gobernador de la ínsula de Barataria (Capítulo XLVII, 2ª Parte), conoció a un doctor llamado Pedro Recio de Agüero, natural de Tirteafuera, que estaba entre Caracuel y Almodóvar del Campo y había estudiado en la universidad de Osuna.
Sancho que odiaba a los médicos, porque no le dejaban comer lo que quisiera, debido a su salud le dijo que se quitara inmediatamente de su vista, o que le daría un garrotazo, y que así no quedaría un médico en la ínsula. Pedro, al ver que Sancho el gobernador estaba colérico, quiso hacer tirteafuera (retirarse) de la sala. Después fue un labrador a ver a Sancho, primero preguntó quién era el gobernador y, al enterarse de que era Sancho, le intentó besar la mano, pero Sancho se negó. El labrador dijo que era natural de Miguel Turra, que estaba a dos leguas de Ciudad Real, y Sancho le respondió: “¡Otro Tirteafuera tenemos!".


No quisiéramos, no, recibir el garrotazo de Sancho Panza y nos gustaría, por el contrario, que nos considerara entre los médicos sabios, prudentes y discretos y nos honrara como a personas divinas; por ser verdugos de la república, antes de estrellarnos la silla en la que está sentado, convendría que Sancho meditara las palabras que M. de Cervantes ha puesto en la boca del mayordomo:

" [...] - Dice tanto vuesa merced, señor gobernador -dijo el mayordomo-, que estoy admirado de ver que un hombre tan sin letras como vuesa merced, que, a lo que creo, no tiene ninguna, diga tales y tantas cosas llenas de sentencias y de avisos, tan fuera de todo aquello que del ingenio de vuesa merced esperaban los que nos enviaron y los que aquí venimos. Cada día se veen cosas nuevas en el mundo: las burlas se vuelven en veras y los burladores se hallan burlados."

II, 49

El gran Sancho es el personaje que con su inteligencia práctica transforma la realidad de los demás. ¡Qué quijote es Sancho que en el proceso de transfiguración de la realidad no hay encantadores! Y, por ello, las burlas se vuelven veras y los burladores se hallan burlados.

En el personaje de Sancho Panza disfrutamos de la inteligencia de M. de Cervantes; encontremos la visión clara, cuando escampa la tormenta, aquella que después de muchos avatares nos conduce al desengaño:

" [...] Calló, y, sin decir otra cosa, comenzó a vestirse, todo sepultado en silencio, y todos le miraban y esperaban en qué había de parar la priesa con que se vestía. Vistióse, en fin, y poco a poco, porque estaba molido y no podía ir mucho a mucho, se fue a la caballeriza, siguiéndole todos los que allí se hallaban, y, llegándose al rucio, le abrazó y le dio un beso de paz en la frente, y, no sin lágrimas en los ojos, le dijo:
- Venid vos acá, compañero mío y amigo mío, y conllevador de mis trabajos y miserias: cuando yo me avenía con vos y no tenía otros pensamientos que los que me daban los cuidados de remendar vuestros aparejos y de sustentar vuestro corpezuelo, dichosas eran mis horas, mis días y mis años; pero, después que os dejé y me subí sobre las torres de la ambición y de la soberbia, se me han entrado por el alma adentro mil miserias, mil trabajos y cuatro mil desasosi[e]gos."

II, 53

Acompañemos a Sancho en el camino que le lleva a su amo y hagamos tirteafuera ya que Cide Hamete Benengeli no quiso, o no pudo de tristeza, o no supo transmitirnos sus pensamientos.


Posted by Hello

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