jueves, septiembre 15, 2005

M. de Cervantes, ventrílocuo cansado


/Mecanismos para racionalizar la neutralización de la antítesis

M. de Cervantes a Tirteafuera , y a nosotros, se le antoja un ventrílocuo cansado que confunde los personajes como el ayudante de vestuario de una compañía de muchos actores. ¿O es tan sólo otro artefacto más? A Tirteafuera le divierte el aire altisonante de algunos parlamentos de Sancho Panza y le sorprende que ya en la Primera Parte la antítesis, que tanto ha ayudado a corporeizar la idea de don Quijote y de Sancho, haya quedado neutralizada: el trato, la conversación pausada en los caminos que unen las historias le permiten a M. de Cervantes bromear:

"<…> y oyeron que Sancho Panza, con lágrimas en los ojos, decía:

- ¡Oh flor de la caballería, que con solo un garrotazo acabaste la carrera de tus tan bien gastados años! ¡Oh honra de tu linaje, honor y gloria de toda la Mancha, y aun de todo el mundo, el cual, faltando tú en él, quedará lleno de malhe[c]hores, sin temor de ser castigados de sus malas fechorías! ¡Oh liberal sobre todos los Alejandros, pues por solos ocho meses de servicio me tenías dada la mejor ínsula que el mar ciñe y rodea! ¡Oh humilde con los soberbios y arrogante con los humildes, acometedor de peligros, sufridor de afrentas, enamorado sin causa, imitador de los buenos, azote de los malos, enemigo de los ruines, en fin, caballero andante, que es todo lo que decir se puede!"

I, 52

Dejémos, nos insinúa Tirteafuera, a Sancho conjurando la vida de su señor después de la rara aventura de los deceplinantes: M. de Cervantes sabía que Sancho no había recibido el pago de sus servicios y no era una ocasión que desperdiciar. Observemos cómo el autor gusta de la diversidad de mecanismos para racionalizar la neutralización de la antítesis: en ocasiones, necesita justificar la ruptura de la racionalidad buscando nuevos equilibrios:

"<…> - ¡Válate el diablo por villano - dijo don Quijote - , y qué de discreciones dices a las veces! No parece sino que has estudiado.

- Pues a fe mía que no sé leer - respondió Sancho."

I, 31

La oposición de hidalgo-campesino, letrado-analfabeto, sabio-zafio se inestabiliza para gozo y disfrute del lector al ser una alteración de las convenciones narrativas vigentes hasta ese momento.

En otras ocasiones, sin embargo, M. de Cervantes, el viejo ventrílocuo, busca conformar este dinamismo en el distanciamiento entre iguales. Por eso, son muy significativas, precisamente por la intención cómica que el autor ha puesto en ellas, las conversaciones entre Sancho Panza y Teresa Cascajo: entre iguales, el registro idiomático les cohesiona, y la capacidad de verbalización les distancia. M. de Cervantes nos hace asistir a un fragmento de las conversaciones de marido y mujer; lo que nos es permitido escuchar, avisa Tirteafuera, vislumbra un cambio en las confidencias propias de la avenencia de cada día:

"<…> - No os entiendo, marido - replicó ella - , y no sé qué queréis decir en eso de que os holgáredes, si Dios quisiera, de no estar contento; que, maguer tonta, no sé yo quién recibe gusto de no tenerle.

- Mirad, Teresa - respondió Sancho - : yo estoy alegre porque tengo determinado de volver a servir a mi amo don Quijote, el cual quiere la vez tercera salir a buscar las aventuras; y yo vuelvo a salir con él, porque lo quiere así mi necesidad, junto con la esperanza, que me alegra, de pensar si podré hallar otros cien escudos como los ya gastados, puesto que me entristece el haberme de apartar de ti y de mis hijos; y si Dios quisiera darme de comer a pie enjuto y en mi casa, sin traerme por vericuetos y encrucijadas, pues lo podía hacer a poca costa y no más de quererlo, claro está que mi alegría fuera más firme y valedera, pues que la que tengo va mezclada con la tristeza del dejarte; así que, dije bien que holgara, si Dios quisiera, de no estar contento.

- Mirad, Sancho - replicó Teresa - : después que os hicistes miembro de caballero andante habláis de tan rodeada manera, que no hay quien os entienda."

II, 5

Como advierte Tirteafuera, es particularmente en la Parte Segunda, Capítulo Quinto donde se concentran las anotaciones al margen, añadidas por el Traductor. De nuevo, M. de Cervantes nos sitúa en una sala de espejos y nos sabemos en cuál de se ellos se él refleja:

"<…> (Llegando a escribir el traductor desta historia este quinto capítulo, dice que le tiene por apócrifo, porque en él habla Sancho Panza con otro estilo del que se podía prometer de su corto ingenio, y dice cosas tan sutiles, que no tiene por posible que él las supiese; pero que no quiso dejar de traducirlo, por cumplir con lo que a su oficio debía; y así, prosiguió diciendo:)

<…>

(Por este modo de hablar, y por lo que más abajo dice Sancho, dijo el tradutor desta historia que tenía por apócrifo este capítulo.)

<…>

(Todas estas razones que aquí va diciendo Sancho son las segundas por quien dice el tradutor que tiene por apócrifo este capítulo, que exceden a la capacidad de Sancho. El cual prosiguió diciendo:)"

II, 5

M. de Cervantes es el hacedor de este mundo de refracciones: la conversación de Sancho y Teresa, la crónica del suceso, la traducción del texto, el comentario del editor, el autor envuelven y maravillan al lector.

Dicho esto, Tirteafuera recuerda que los escolares tienen que enfrentarse ellos al texto, que pasaron ya las jornadas de puré y de papilla, que son ellos los que tienen que construir su propio discurso. Bien. Propongámosles la búsqueda de fragmentos en los que se vea la capacidad de M. de Cervantes como gran embaucador; trabajemos con la antítesis, recurso ya mencionado, el Capítulo 11 de la Primera Parte, De lo que le sucedió a don Quijote con unos cabreros; busquemos el eje de oposiciones vigentes en este artefacto narrativo y saquemos conclusiones sobre el grado de expresividad conseguida al hacer compartir el mismo espacio y tiempo a personajes tan diversos en formación, ideales, profesión,…

"<…> No entendían los cabreros aquella jerigonza de escuderos y de caballeros andantes, y no hacían otra cosa que comer y callar y mirar a sus huéspedes, que con mucho donaire y gana embaulaban tasajo como el puño."

I, 11

Propongámosles a los escolares la lectura completa de este capítulo.


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