domingo, noviembre 06, 2005

La Biblioteca Escolar, donde habita don Quijote.


Día 10 de noviembre, día de la Biblioteca Escolar.

Tirteafuera está un poco aburrido de las celebraciones:

2005, Año de El Quijote ( a muchos de los potenciales usuarios de la biblioteca escolar este año, IV Centenario de la publicación de la Primera Parte, se les está escapando) ¡Horror! Esperar otros cien años...

24 de Octubre, día de la Biblioteca,

10 de noviembre, día de la Biblioteca Escolar,

... y así, hasta rayar.

Podemos encontrar casos en los que no celebren un día, sino una semana de la Biblioteca Escolar. En Hispanoamérica, en Perú, por ejemplo. Y Tirteafuera se pone más melancólico de lo que habitualmente suele estar: si celebrando un día es que las cosas no van bien; si es una semana, ... ; si es un año, ...

A Tirteafuera los acontecimientos le envuelven y le confunden. La casualidad ha hecho que echara una ojeada al Anteproyecto de Ley Orgánica de Educación, LOE, de 25 de marzo de 2005, y ha caído en la cuenta que él, y seis generaciones de sufridos profesores bibliotecarios tendrán que seguir celebrando el día de la biblioteca, el día de la Biblioteca Escolar y el de todas las carencias que las leyes orgánicas provoquen con tanta palabrería sin asignación presupuestaria adecuada.

Tirteafuera nos invita a leer el Anteproyecto; encontraremos declaraciones solemnes como las que siguen:

"Capítulo II.- Centros públicos

Artículo 108. Bibliotecas escolares.

1. Los centros públicos dispondrán de una biblioteca escolar, cuya dotación de recursos se hará de manera progresiva por las Administraciones educativas correspondientes.

2. Las bibliotecas escolares contribuirán a que el alumno acceda a la información y otros recursos para el aprendizaje y pueda formarse en el uso crítico de los mismos.

3. La organización de las bibliotecas escolares deberá permitir que funcionen como un espacio abierto a la comunidad educativa de los centros respectivos.

4. Los centros podrán suscribir convenios con los municipios respectivos, para el uso de bibliotecas municipales con las finalidades previstas en este artículo."

Y nos daremos cuenta de lo lejano que está el curso en el que no haya que celebrar el día de la Biblioteca Escolar porque no hay que reivindicar nada, porque la Biblioteca Escolar es una realidad cotidiana, normal.

En total, seis veces aparece la palabra biblioteca en el texto del Anteproyecto de la LOE; cuatro de ellas tienen que ver con la Biblioteca Escolar. Y todos los casos referidas a las Bibliotecas Escolares de los centros públicos.

Así las cosas, el presente es una realidad amarga. Incluso cuando con mucho voluntarismo hemos sido capaces desde el curso 98-99 transformar espacios en el centro educativo, y de un aula pequeña, cerrada con llave, los libros sin catalogar y asilados en estanterías con puertas correderas de cristal hemos alumbrado un espacio de 400 m2, 12.000 documentos catalogados, 24 puestos de consulta a internet, un taller de información, etc. Incluso cuando hemos ayudado a crear un puesto de trabajo de dedicación completa a la Biblioteca Escolar.

Para algunos ya hemos llegado al final: ya tenemos un espacio al que dignamente podemos llamar Mediateca; para Tirteafuera, y para sus compañeros que han asumido en otras tres mediatecas la responsabilidad de desarrollar un proyecto, no estamos sino en la línea de salida: tenemos los recursos físicos, nos falta la aplicación sistemática de principios pedagógicos y de metodologías que den sentido a los documentos catalogados y a la red de ordenadores. Y todo esto supone reconocimiento de tiempo para la alfabetización digital de los profesores y tiempo para la capacitación didáctica en el uso de nuevas tecnologías aplicadas a enseñar y a aprender. Ya tenemos el acceso a la consulta de documentos analógicos y digitales. Sin embargo, quedan muchas respuestas por dar: ¿estos documentos son adecuados a las labores que los usuarios deberían realizar en la biblioteca? ¿están actualizados? Tirteafuera se esfuerza en inquietar entre los usuarios que lo importante es definir las respuestas de para qué y cómo trabajar en la mediateca.

Quizá, estemos un paso más cerca de la línea de salida que otros centros que no poseen un biblioteca escolar que merezca tal nombre, pero todavía convertir la realidad amarga actual en una realidad que impulse la capacidad creativa del usuario, que colme la curiosidad por saber, que incite a disfrutar intelectualmente, que ayude a madurar, que facilite el trabajo con los demás se nos antoja lejos sobre todo cuando ni siquiera las reformas educativas se plantean dotar a los centros de una herramienta tan potente para transformar la capacidad de enseñar y deseo de aprender.

Mientras tanto, a pesar de las celebraciones de carencias, seguimos trabajando. Como podéis observar en la foto que abre esta entrada, en uno de los pocos momentos que quedan libres, nuestras compañeras consensuan la aplicación de la CDU a las necesidades específicas de la Biblioteca Escolar. Entre otras, esta es una labor callada de Leire, Rocío y Virginia que no todos han sabido valorar. Detrás, la biblioteca escolar como un escenario apagado.

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